Y ES que no hay nada más que valorar los hechos, como lo que son, como lo que fueron y como lo que nos debieron enseñar.
Valorando y teniendo en cuenta la distancia entre unos y otro. Buscando las semejanzas que tan significativamente llevan a la traslación mental o física, según queramos. La situación que vivimos en los días precedentes y por supuesto, en los posteriores a esta fecha particular y señalada en el libro de la Historia de un país, de una nación, de un pueblo que se llama España, no podemos dejar a un lado qué nos ha enseñado el paso del tiempo, y qué nos ha sido legado. Cuentan, y refrendan los hechos escritos por Tucídides, los cuales aparecen entre nosotros como un fiel reflejo de una realidad que vivimos en estos días, cómo y de qué manera todo es ciclo, principio y final.
Un Némesis que estamos viendo.
Una Hybris que estamos viviendo.
¿Un final?
Relata Tucídides, cómo murió la primera democracia en la antigua Grecia.
Partiendo de la base de la preponderancia militar y política de dos polis principales en el territorio heleno, intenta desentrañar y así describe la destrucción de ese primer intento de convivencia.
Y cuenta y denomina como Hybris, la manera en que la soberbia y la demagogia se apoderaron del poder, anularon la justicia, y los discursos vacíos y retóricos, faltos de contenido pero aparentes en su forma, sustituyeron a las proclamas realistas y reales.
Así y de esa manera, la condena del sistema llegó hasta su final, hasta su Némesis, provocando la destrucción del sistema democrático, primordio, origen e imagen de nuestro sistema actual.
Tenemos nuestra Hybris particular. Y vamos de forma desaforada y desbocada hasta un Némesis general.
Sabemos quiénes son los responsables. ¿Pero el resto lo sabe?
¿Somos capaces de aceptar la realidad sin más o por el contrario, tenemos los medios para oponernos a algo que tan insistentemente se demuestra como dañino para este, nuestro sistema de convivencia?
¿Quién será el paladín?
Observo atento como Hybris ha tomado forma humana con múltiples caras y Némesis la contempla.
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