La tribuna

Lázaro Carrillo Guerrero

Detrás de las piedras

LOS edificios no solamente ocupan un espacio urbano sino que también vibran en el espacio y en el valor sentimental que pueden instalar en nuestras vidas y en la sociedad. Y vibran más, cuando ellos están impregnados del paso del tiempo y de la historia, y pueden hablar acerca de la antigüedad de una ciudad. Así, el viejo edificio del Hospital Provincial, y mientras que esté a salvo, nos proporciona un sostén para nuestra memoria colectiva y nos ayuda a proteger y conservar nuestro pasado. Detrás de su portada con pilastras acanaladas, de sus pórticos de madera y de sus dos claustros y sus columnas jónicas, está el alma de un hospital y el cuerpo de un edificio noble agonizante. Agonizante porque tanto la Junta de Andalucía como la Diputación de Almería tienen la casa sin barrer. Su espíritu de hospital ha evolucionado durante los siglos, desde que vino a sustituir al primer Hospital Real de Santa María Magdalena, Hospital Viejo de la Almedina, ubicado en lo que es hoy el Cuartel de la Misericordia. Y ha evolucionado hasta dar actualmente albergue, en parte de su solar, al Centro de Alta Resolución de Especialidades (CARE) "Nicolás Salmerón", el primero de estas características en la provincia de Almería. Pero paradójicamente la puesta en marcha de esta nueva y moderna construcción nos ha supuesto la pérdida de una oportunidad más para que este edificio histórico sea abandonado al deterioro. Sin embargo, en su alma de hospital permanece la experiencia de los pacientes y sus familias, a través de las generaciones, de nacimientos, de la superación o no de algún episodio de enfermedad, de tratamientos y de terapias. Pero además, su cuerpo de edificio noble de sobria estética neoclásica tanto en su interior como en su exterior, nos impulsa, tras la carpintería mudéjar de las techumbres de la planta principal, tras los dos pisos porticados del Hospicio y tras las dos tribunas de madera con antepecho de hierro de la Capilla, o tras muchas más apreciaciones, a desnudar el centro histórico de la ciudad y a inquietarnos por la degradación y la conservación de algunas de sus zonas.

Para nuestro ejercicio en desvestir el desequilibrio entre el pasado y el presente, el Paseo de Almería es un buen escenario. Aquí donde el centro y la ciudad coinciden, coincide también la incoherencia urbana. Esta incoherencia, en manos de débiles gobiernos locales y poderosos intereses inmobiliarios, reemplazó en las décadas anteriores a los 80, un número importante de edificios antiguos por otros menos atractivos, de más mole y más altos. Una política demoledora para gran parte del patrimonio histórico y artístico de esta zona de rango de la ciudad. Sin embargo la centralidad patrimonial no la tenemos en ese centro urbano, económico y funcional. La tenemos principalmente en zonas donde coinciden unas determinadas realidades urbanas conflictivas que podemos apreciar y que producen la pérdida o disipación de la identidad simbólica y cultural del centro histórico. Así, la Alcazaba, monumento nacional desde 1931 y monumento simbólico, cultural y de identidad de la ciudad desde siempre, carece de esa personalidad que suele haber detrás del Patrimonio. Una personalidad de espacio público de calidad basado en la buena convivencia, en la participación, en el civismo y en la limpieza. Detrás de su Conjunto Monumental y de sus lamparones de humedad podemos encontrarnos con algunas calles cercanas que mantienen un foco de marginalidad. La cual generalmente se asocia a una especie de topofobia que favorece la desvinculación del sentido de pertenencia al lugar de este patrimonio histórico. Y nos encontramos además con la inviabilidad de rehabilitar y recuperar, en las polémicas laderas de su entorno, el Mesón Gitano. Un conjunto de cuevas y de ambiente nocturno almeriense abandonado desde los 80. Y que perdería para su recuperación el tren de los fondos FEDER si para diciembre de 2014 el plan Urban no los ha librado.

Todo ello nos muestra que en la revitalización de nuestro patrimonio se ha perdido tiempo, oportunidades y se avanza con una excesiva lentitud. Los esfuerzos de conservación histórica se han servido de estrechos intereses políticos o de desarrollo. Lo podemos evidenciar, si desde la zona de la Alcazaba discurrimos hacia otras también históricas: la Hoya, el Cerro San Cristóbal, la Almedina, la Plaza Vieja, la Catedral. Y además, podemos percibir también que la revitalización de lo social y lo vecinal son unos factores clave para esta conservación. Una conservación funcional que es uno de los instrumentos necesarios para crear espacios urbanos vibrantes y atractivos. Otras ciudades europeas son un ejemplo de ello, como Rotterdam o Stuttgart.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios