Día de la Mujer

La desigualdad es también un tipo de violencia contra la mujer. Es una violación de los Derechos Humanos

El ocho de marzo ha sido un día para manifestar que la igualdad entre los géneros no es solo un derecho humano fundamental, sino que precisa de la necesidad de materializarse como un hecho en acto, esencial, para estructurar una sociedad más justa y equitativa. Según datos de la ONU, una de cada cinco mujeres afirma haber sido víctima de la violencia física o sexual, dentro del ámbito doméstico. En la actualidad, servicios básicos como el acceso a una educación, a una atención médica, a un trabajo decente o la representación en las decisiones políticas, sociales, culturales y económicas de los diferentes países no es un derecho universal, a pesar de estar recogido en la Carta de Declaración Universal de los Derechos Humanos. Es por ello que es básico impulsar la igualdad de las mujeres y de las niñas, por medio de las sociedades y de la humanidad, en su conjunto, para beneficiar en ese proceso a la sociedad y que asuma los desafíos e implicaciones que nos depara el nuevo siglo. Es una cuestión de justicia y de razón defender la Igualdad de Género entre la ciudadanía. Derribar las fronteras establecidas en los diferentes ámbitos donde se desarrollan las sociedades. Luchar en contra de la desigualdad en el plano laboral, en las conductas machistas en la vida cotidiana, micromachismos, en el deporte, en la publicidad, así como con la cosificación de la mujer, es crucial para alcanzar la igualdad real y efectiva.

La desigualdad es también un tipo de violencia contra la mujer. Es una violación de los Derechos Humanos y es, al mismo tiempo, una forma de discriminación y un atentado manifiesto contra la Igualdad de Género. A esta definición no le puede surgir ningún tipo de duda. Puesto que así lo establece el uso de la razón y los Convenios Internacionales en los que el Estado Español es uno de los firmantes. Teniendo, como garante democrático y social, el deber de ser el responsable de responder, con las herramientas necesarias, de manera adecuada y proporcional a este tipo de violencia. Y, por ende, la ciudadanía debe aceptar el reto de adaptarnos a unas exigencias que, día a día, se hacen cada vez más imperiosas y necesarias de materializar. La Igualdad de Género nos concierne a todos. Este es un hecho constatado y es un paso inflexible y decidido. Y no hay marcha atrás.

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