Ante el Día de la Mujer

Estoy sensibilizado con las mujeres que reparten su tiempo entre su empleo y el trabajo en casa

En 1908, las costureras industriales de una fábrica textil de Nueva York fueron a la huelga para protestar por las pésimas condiciones laborales, la excesiva jornada y el fin del trabajo infantil. Más de un centenar murieron en un incendio que, se sospechó, fue provocado por los dueños de la textil. Dado que la sociedad de la época era aún netamente estamentaria (me viene a la cabeza la película Titanic) no se descartó que sus clasistas autoridades responsabilizaran a las inocentes de la tragedia. Fue un 8 de marzo. Así pues, el próximo lunes, 8 de marzo, celebraremos el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, es decir, el día de todas las mujeres. Porque todas trabajan, aun las que no tienen un empleo remunerado.

Ciento trece años después, la historia ha cambiado las cosas, pero tampoco en demasía. Las mujeres, y las amas de casa en particular, son el colectivo menos protegido. Permítame, estimado lector, un simple botón de muestra: Contando los años transcurridos desde la edad teórica de jubilación hasta su esperanza de vida, más de ochenta años, nos sale que el ama de casa continúa trabajando una media de quince años más sin que el Estado, y en muchísimas ocasiones su propia familia, reconozca, valore y recompense su esfuerzo.

Hoy, que la crisis económica campa a sus anchas a consecuencia de esta pandemia que nos está arruinando emocional y económicamente, y que va para un año, es preciso seguir defendiendo el derecho al trabajo y a la igualdad de oportunidades para evitar que, con la excusa de falta de empleo con establecimientos, comercios, empresas e industrias cerrados a cal y canto, se intente "enviar" a las mujeres, de nuevo, a sus pucheros.

Más que nunca es necesaria la solidaridad entre hombres y mujeres, mayores y jóvenes, para que las consecuencias negativas de esta delicada situación económica recaiga más en quienes más se han aprovechado de los años de bonanza. Estoy bastante sensibilizado con los millones de mujeres que reparten su tiempo entre su empleo fuera de su hogar y el trabajo en casa, desempeñando una doble jornada laboral. Si los años de recesión como este que estamos viviendo amordazados y atados por el Covic-19, son tiempo de oportunidades para atajar aquello que no funciona cuando se pensaba que todo marchaba bien, por esta vez y que sea la definitiva, tengamos en cuenta a la mujer.

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