Dichosos deberes

En cualquier caso ¿es positivo o negativo que todo alumno realice un trabajo personal fuera del centro escolar?

Me recuerdan a San Jorge frente al dragón. Pero con una "pequeña" diferencia: el dragón al que se enfrentaba San Jorge era real, según la tradición, y representaba un gran peligro para todos, y las armas eran las adecuadas ante la peligrosidad del dragón. Estos se parecen más a Don Quijote luchando contra los molinos de viento. Se trata de la campaña emprendida contra los "deberes", huelga incluida. ¿Es tan grave el problema? O, mejor, ¿existe un problema que justifique la convocatoria de la huelga? Se ha dicho, criticando la medida, que se está poniendo en cuestión la autoridad de los profesores. Pero no creo que sea ese el núcleo de la cuestión. Habría que plantearlo de otra manera: ¿Qué consecuencias tienen los deberes para los alumnos? Pero el tema de los deberes no puede tratarse como un bloque. Para responder es necesario distinguir, por lo menos, la edad y los niveles de los alumnos. Qué menos. Saber qué deberes son adecuados dependerá del momento del alumno. Pero en cualquier caso, ¿es positivo o negativo que todo alumno realice un trabajo personal fuera del centro escolar? Como docente durante muchos años en educación secundaria siempre he sido partidario de que los alumnos realicen una actividad personal, incluso sobre un tema que aún no se haya explicado en clase. La tutorización excesiva por parte del profesor no contribuye precisamente al desarrollo personal al que tanto se apunta, al menos en teoría, como objetivo de la educación. Y la sobreprotección que los padres ponen de manifiesto, tampoco contribuye. Me parece claro que ni la cantidad ni el tipo de deberes deban ser idénticos en todo momento. Pero el incremento progresivo en cantidad y calidad de la actividad personal (a lo mejor habría que cambiar el término excesivamente kantiano de "deberes" por el de "tarea") debe estar al servicio de la maduración de los alumnos, maduración referente no solo a la capacidad de aprender por sí mismos, sino al incremento de la responsabilidad, sin necesidad de un control externo. Estas actividades personales, además, no tienen por qué constituir una carga negativa: en muchas ocasiones pueden y deben ir acompañadas de un entusiasmo que sirva de contrapunto al esfuerzo que esa actividad exige. En cualquier caso esta campaña emprendida contra el trabajo personal no parece ser un buen incentivo si enunciamos a viva voz el agobio que algunos dicen que padecen todos los alumnos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios