La Resistencia

Luz Belinda Rodríguez

Parlamentaria andaluza por Almería

Dictadura tecnológica

Solo se afirma una cosa cuando corre peligro de perecer. Afirmemos la libertad, porque es susceptible cualquier día de ser suprimida

Los regímenes totalitarios del S. XX aspiraban a lograr que el Estado ejerciese un férreo control sobre todos los individuos e instituciones de la sociedad. "Nada humano o espiritual existe ni, mucho menos, tiene valor fuera del Estado"; "todo por el Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado" formularon Gentile y Mussolini para el credo fascista. Cosa distinta es que lo llevasen a la práctica en su literalidad pues, por ejemplo, la Iglesia Católica quedó en buena medida fuera de ese control y gozó de un amplio margen de libertad. Ese estatismo mussoliniano está en la base de la diferenciación del fascismo italiano y la Falange Española. José Antonio Primo de Rivera afirma en las Cortes que la "divinización del Estado" es justamente lo contrario de lo que pretende, proponiendo una idea de la organización social más cercana a la de los cuerpos intermedios de la tradición española.

Pero ni siquiera aquellos que en aquel contexto llegaron más lejos en ese deseo de control, la Alemania de Hitler y su antagonista la Unión Soviética, soñaron con poder ejercer un control tan abrumador como el que la tecnología permite ahora. Los medios técnicos permiten a Estados y empresas tener localizado en todo momento a cada ciudadano, conocer sus movimientos, saber lo que consume, sus hábitos, sus aficiones y su ideología. Y no han tenido que torturarnos para que declarásemos nuestras intimidades. Lo hemos hecho voluntariamente, aunque de forma inconsciente, al aceptar las políticas que nos marcan los dispositivos que llevamos en el bolsillo y que facilitan nuestro rastreo; y los de las redes sociales en las que contamos nuestra vida y que sirven para que se sepa lo que pensamos y sentimos.

Precisamente es la restricción de la libertad de expresión en las redes sociales que previamente se habían convertido en imprescindibles para estar en la vida pública lo que ha hecho a muchos caer en la cuenta de la dictadura tecnológica en la que vivimos. La supresión de las cuentas de Donald Trump en Twitter, Facebook y YouTube da la medida del control. Si se lo hacen a alguien al que creíamos todopoderoso, qué no harán con el resto. Esta humilde representante de la soberanía popular -nótese el sarcasmo- también ha sido objeto de censura en redes.

Solo se afirma una cosa cuando corre peligro de perecer. Afirmemos la libertad, porque es susceptible cualquier día de ser suprimida.

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