Libertad Quijotesca

Irene Gálvez

Dignidad y política

El abuso de poder destruye la dignidad en nuestras vidas. Las tiranías envilecen a la humanidad

Trato de encontrar maneras de comprender la realidad política que vivimos en España. No es nada fácil ver coherencia y pragmatismo en el escenario de pactos de gobierno que se están gestando. ¿Dónde están la cohesión social y la responsabilidad pública?. Me pregunto si se puede sentir otra cosa que no sea desolación ante las fechorías de los nacionalistas totalitarios. Con los terroristas de la superioridad racial del Rh, al servicio de los disparates de Sabino Arana, pretendiendo dar lecciones de ética y valores democráticos. Han martirizado y martirizan este país sin vergüenza alguna ignorantes de toda idea que no sea imponer su inmunda dictadura. Razas superiores a estas alturas de la historia y en un país como España, mestizo donde los haya, de ahí la inmensa riqueza de nuestra cultura. Con sombras y quebrantos, por supuesto, tal como somos los humanos. No obstante, también con luces, por mucho que nos las quieran apagar o encerrar de nuevo en una caverna de odios y fanatismos. La profesión de humanista implica un compromiso de vida para afrontar la naturaleza humana tal como es, sin autocomplacencias. La primera premisa es no rendirse jamás ante la barbarie. De ese modo se puede trabajar para comprender y elaborar soluciones a nuestros problemas reales, y evitar que nos los inventen e impongan. Si ha habido una filosofa que dedico con ahínco toda su vida y obra, a tratar de entender y explicar las contradicciones de la naturaleza humana, sin duda fue Hannah Arendt. Valiente y tenaz, no se amilano ante presiones o críticas. Su experiencia vital la hizo especialmente consciente de la fuerza que encierra el ansia de dominio, uno de los rasgos más destacados que definen a la especie humana. Imprescindible su libro Los orígenes del totalitarismo. El abuso de poder destruye la dignidad en nuestras vidas. Las tiranías envilecen a la humanidad. La vida deja de ser amable para transfigurase en una perpetua amenaza donde se pierde el respeto a la vida ajena. Arendt escribió: "Nadie puede ser feliz sin participar en la felicidad pública, nadie puede ser libre sin la experiencia de la libertad pública, y nadie, finalmente, puede ser feliz o libre sin implicarse y formar parte del poder político". Bella y precisa definición de ciudadanía. Aquello que los antiguos griegos nos legaron: Equilibrio al manejar el poder, no dañar y no ser dañados.

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