Digno/indigno

Los cuidados paliativos no son una panacea. A veces fracasan, y el dolor no sólo no remite, aumenta y se hace insoportable

Tiene alguna justificación el sufrimiento? ¿Tiene alguna utilidad el sufrimiento? Dicen que el dolor es un instrumento útil, una herramienta que impide mayores daños en el organismo, una señal de alerta de que algo no funciona o de que algo menoscaba la integridad de un organismo viviente. Está claro que ese dolor sí tiene sentido, sí tiene una justificación. Pero hay situaciones en las que ese dolor ya no sirve para nada por cuanto esa disfunción no tiene solución posible. Estoy, por tanto, plenamente de acuerdo en la utilización de cualquier medio que ayude a eliminarlo o, cuando menos, a mitigarlo, lo que se conoce como cuidados paliativos (aunque tiempos hubo, y no hace tanto, en los que se emprendió una persecución feroz contra unos médicos por aplicarlos). No obstante, los cuidados paliativos no son una panacea, y debo darle la razón a un político que reconocía que esos cuidados a veces fracasan, por lo que el dolor no solo no remite sino que aumenta y se hace insoportable. Y es la vida la que debe ser digna. Considerar que esa persona está viviendo de un modo digno es una decisión que le corresponde a esa persona. Nadie está titulado para decidir por ella. Su dignidad es cosas suya; y, por tanto, si considera que no es digno ese modo de estar en el mundo, en base a la dignidad humana debe tener derecho a decidir poner fin a su vida. Es cuestión de dignidad. Y el mayor acto de dignidad es la capacidad de decidir libremente sobre el propio destino. La dignidad no es una situación objetiva, no se puede medir utilizando algún instrumento, como la altura o el peso o la tensión. Es la persona la que puede evaluar si se encuentra en una situación que roza o está inmersa en la indignidad. No entiendo a todos aquellos que se oponen frontalmente a que se promulgue una ley que defienda esos derechos y al mismo tiempo evite la intromisión de decisiones ajenas a la hora de que alguien decida acabar con su vida. Confundir este tipo de ley con un "geronticidio" es una auténtica barbaridad. Y pedir que aceptemos todo el dolor del mundo para asemejarnos a Jesucristo puede tener sentido para quien acepte aquel modo de vivir y morir dándole al sufrimiento un valor redentor. Pero no todo el mundo se encuentra en esa onda. Por eso no se debe imponer la vida en cualquier circunstancia, y menos aún imponer la muerte a quien quiere ver el amanecer del día siguiente.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios