Dilemas nos da la vida

Demasiadas encrucijadas en la vida. A veces hay que optar necesariamente y surgen las dificultades

Demasiadas encrucijadas en la vida. A veces hay que optar necesariamente y surgen las dificultades. Cuando se refieren solo a la vida privada lo más que puede suceder es que un error a la hora de elegir nos afecte y tengamos que cargar con la responsabilidad a lo largo de la vida. Ahora bien, si las opciones se plantean desde el ámbito de la vida pública, entonces es más duro cargar con la responsabilidad de una decisión que afecta a un gran número de individuos. Y el círculo se cierra si, de rebote, esa decisión errónea acarrea un daño para el que tomó la decisión. Es una situación paradigmática en el caso de los partidos políticos, sobre todo en períodos post-electorales como los que estamos viviendo. El primero de los dilemas a los que se enfrentan, o se enfrentaron, los partidos me temo que ya lo tiene resuelto la mayoría de ellos: servir a la comunidad, o el poder por el poder. Lo tienen resuelto, y me temo que no se han inclinado por la primera de las alternativas. Y una vez instalados en esa posición viene el asunto del planteamiento de las estrategias para conseguir el poder. Y con mucha frecuencia las estrategias los abocan a unos dilemas que me hacen recordar aquel viejo adagio de la garrafina: "Tires por donde tires, te encontrarás con Ramírez". Si no, que se lo digan a Ciudadanos. Conseguir el poder requiere necesariamente adelantar de modo notorio al Partido Popular. Y aquí surge su problema: Dado que en la mayor parte de las situaciones han quedado por detrás del PP, pero éstos no tienen mayorías suficientes para gobernar, ¿cuál debe ser su actitud? Si apoyan al PP y les ayudan a conseguir gobiernos, situarlos en el poder reforzará su status y ellos saldrán perjudicados. Malo. Si no lo apoyan y se inclinan por favorecer o al menos facilitar gobiernos del PSOE, entonces serán considerados traidores a sus propios planteamientos, aumentará su desprestigio y saldrán ganando sus grandes rivales, los populares. Malo también. Supongo que serán conscientes de la situación y eso los lleva a una actitud inmovilista que ha sido descrita, acertadamente, como ese baile de Michel Jackson en el que parece andar cuando está realmente quieto. Y todo eso porque en el primer dilema se decantaron por la conquista del poder. Tal vez si hubieran cogido el otro cuerno del dilema, el auténtico servicio público, no se vería nadie en esa situación. Todos tendrían que pensarlo.

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