Discriminación positiva

La dignidad no es personalista en este país, está sometida a los populismos de la solidaridad y a las legislacion generalistas

De todos los temas posibles tal vez sea este el más controvertido. Opinar en voz alta sobre ello puede acarrear una masa de detractores muy alta y hasta la descalificación social. Además, este tipo de opiniones no cuentan con la ayuda de quienes manifiestan una visión similar, por mantenerla solo en lo privado de sus círculos familiares.

Hay miedo a salirse de lo políticamente correcto en otros foros. Pero hay que ser valiente y seguir el hilo de uno mismo a pesar de todo, cuando la aspiración de uno es el ejercicio crítico. Una discriminación lo es por el simple hecho de suponer un trato diferente y perjudicial para una persona por motivos de su raza, sexo, ideas, religión o etc.

La discriminación positiva, por otro lado, se denomina así por consistir en una acción encaminada a favorecer a ciertos grupos minoritarios que históricamente han sido objeto de la discriminación anterior.

Con esta acción se pretende equilibrar sus condiciones de vida. A bote pronto eso supone un incremento de la homogenización de la población y el cambio de estándares provenientes de la tradición. La pretensión es utilizar la discriminación positiva para derribar obstáculos para la igualdad y favorecer el desarrollo de quienes no han podido hacerlo. Y todo eso está muy bien. Creo en ello.

El problema viene cuando para lograr esos objetivos alguien debe sacrificarse siendo ese sacrifico otra forma de discriminación. Veamos: favorecer a un grupo desprotegido no puede tener víctimas colaterales en ese ejercicio. Con ello me refiero a personas ajenas al conflicto histórico de discriminación.

Los sacrificados, o victimas de segunda generación, no son culpables de la problemática histórica ni de la situación actual de estos grupos pero sufren las consecuencias de ciertas disposiciones legales. Estos ciudadanos también son víctimas de un sistema legal generalista y de una solidaridad populista.

No hay un tratamiento personalista de la dignidad en este país, cuando la dignidad por definición es una cualidad de la persona y no del grupo. Me resulta deleznable una sociedad donde la dignidad solo es un atributo de un colectivo, con un valor legal y social determinado, con una tasación política.

La dignidad no puede cotizar ni ser cotizable, no puede estereotiparse. La justica debe aplicarse a las personas que se lo merezcan y no atender prioridades de grupos populares.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios