Ditirambos y vituperios

Cuando las campañas se empañan con ditirambos y vituperios es de temer que los resultados no sean lo más adecuado

Llama la atención lo fácil que resulta en determinadas ocasiones lanzar grandes alabanzas, casi a bote pronto, ante la más mínima señal de mejoría. Es el caso, por ejemplo, del fútbol. Claro que normalmente esas expresiones casi ditirámbicas suelen proceder de sus seguidores. Pero con la misma facilidad que unos aplauden, los de enfrente tardan muy poco (ahora se dice eso de "punto cero") en poner por los suelos al más mínimo fallo a los que tan fácilmente, y quizá con poco fundamento, fueron ensalzados. Pero bueno, éste es un ámbito en el que dominan más los sentimientos y las pasiones que la racionalidad. A veces esas mismas actitudes aparecen en los medios de comunicación deportivos. Aquí tampoco se hacen valoraciones objetivas, sino exposiciones tendenciosas que luego suelen ser recogidas por los seguidores y refuerzan sus opiniones previas. Pero en fin, tampoco son cosas muy dañinas y forman parte del juego de algunas relaciones humanas. Lo que ya es un poco de temer es la que se nos viene encima. Hace un par de días se nos confirmó que las elecciones al Parlamento Andaluz tendrán lugar dentro de varias semanas. Si nos fiamos de las campañas anteriores, las actitudes tanto de los protagonistas como de los seguidores parecen ser un reflejo de las que hemos visto en el ámbito del deporte. Lo malo es que, si bien las consecuencias en el ámbito del deporte no tenían graves consecuencias, en el caso de las elecciones es mucho lo que nos jugamos porque se trata de elegir a nuestros gobernantes. Por eso, cuando las campañas se empañan con ditirambos y vituperios, cuando las alabanzas sin cuento y las críticas más mordaces se enseñorean del ámbito electoral es de temer que los resultados no sean lo más adecuado. Falta mucho de racionalidad en todos estos procesos, escasez agravada por la falta de auténtica información. Tal como yo lo veo, ni las críticas de los aspirantes a los gobiernos salientes, ni la defensa numantina de quienes desean permanecer en el poder son razonables. Ni esta sanidad es tan catastrófica como algunos la pintan, ni tan excelsa como otros pretenden. Ni esta educación es una calamidad, ni es la auténtica panacea. Y dígase lo mismo de todo lo demás. Por tanto, menos descalificaciones generalizadoras, y menos defensa a ultranza. Como decía aquel robot de película: "datos, más datos". Aunque dar los datos y analizar datos requiere mucho esfuerzo.

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