Mientras el mundo gira

Andrés Caparrós

Don Emilio y la orina del enfermo

Don Emilio - Andrés Caparrós

Era el médico y el mamporrero del pueblo, oficio de los Emilios de su familia que fueron cediendo el relevo generación tras generación. 

A pesar de la considerable utilidad de ese trabajo en una zona ganadera como aquella, cuando la yegua aromaba el aire con su celo y el caballo acusaba recibo contrayendo los ollares, nadie pedía “que venga el mamporrero” sino “que venga El Emilio” Un detalle de delicadeza vecinal. Delicadeza y respeto doble porque aquel Emilio llegó un día al pueblo con el diploma de médico bajo el brazo; lo que satisfizo mucho a su padre, quien no llevaba bien que su primogénito hubiera salido solterón empedernido, más que nada porque de entonces en adelante la saga de los Emilios mamporreros se iría perdiendo en la región del olvido.

Con el tiempo El Emilio ha llegado a ser don Emilio. Lo tutean, pero sin apearle el tratamiento. Lo quiere todo el mundo y todo el mundo aprecia el raro don que tiene. 

Cuando requieren sus servicios médicos, saben que deben tener a punto una muestra reciente de orina del paciente. Es lo primero que examina con meticulosidad y pericia de enólogo. Los familiares, el alma en vilo, asisten al ritual de moverla una y otra vez, mirarla con buena luz, alejar y acercar el recipiente para medir la intensidad y calidad de su olor… Una cosa digna de ver. Don Emilio no necesitaba mucho más para diagnosticar. Acertaba siempre. Sobre todo cuando con gesto apesadumbrado decía: “no me gusta nada la orina del enfermo”.

Meses después quedaba ocupado otro nicho en el cementerio.

Pues bien. Viendo y oyendo ayer a Marlaska me he acordado de los dos; de Emilio el Mamporrero y de don Emilio el Médico. La precipitación del Ministro anunciando que le va a pagar más a la Guardia Civil, me ha sonado como suena la sirena de una ambulancia camino de la entrada de Urgencias de un hospital. Pedía árnica y socorro al mismo tiempo. Vano y torpe intento, me parece, tratándose de la Benemérita. ¿Aceptará el trato vergonzoso que le propone el Gobierno al querer comprar su silencio ante el cese fulminante de un superior que lo único que ha hecho ha sido cumplir con el deber de obedecer la orden de una Jueza? No parece. España está en vilo. Y el enterrador. Porque no tiene buena pinta la orina de este enfermo.

Lo que sea sonará, y pronto, mientras el mundo gira.

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