Don patatín, patatán

No resulta casual la violencia desatada en EEUU a modo de protesta espontánea generada a raíz de la muerte de G. Floyd

No resulta ya casual el reguero de violencia creciente, desatada en EEUU a modo de protesta espontánea generada a raíz de la muerte de un ciudadano de color (afro), G. Floyd, mientras era arrestado por la policía, el pasado 25 de mayo. Acaso no dé como para recordarnos que fue un simple asesinato, en 1914, el detonante la Primera Guerra Mundial. Pero sí que me ha evocado otro episodio más reciente como fue el de aquella autoinmolación protagonizada en 2010, en la ciudad tunecina de Sidi Bouzid por un vendedor callejero, M. Bouazizi, ante la Comisaría de los policías que le habían volcado su frágil carrillo de frutas, al no poder pagarles el peaje vil que le exigieron. Una nadería, o casi, de incidente aldeano cuya llama se hizo viral en los medios y provocó una reacción popular sin precedentes en el norte de África, conocida como la Primavera Árabe que ocasionó la caída sucesiva, de Ben Alí, en Túnez, Mubarak, en Egipto, Gadafi en Libia, de Al Assad, etc., agitando al cabo las estructuras políticas de más de veinte países. Siquiera temporalmente. Hoy se trata tan solo de la muerte de otro afro del montón, pero que ha rebosado el vaso colmado de mala baba racista: una gota más del supremacismo blanco institucionalizado en buena parte de aquel enorme y gran país norteamericano. No es el primer caso ni por desgracia, será el último, mientras persistan factores sociopolíticos tan irritantes como el tuitero patatín patatán del presidente odiador, o la inmunidad judicial cualificada de la que gozan algunas policías cuando actúan ante estos afros, latinos, asiáticos y toda esa diversidad racial que hoy, todos a una, protestan en estos episodios violentos, que esperemos cesen pronto y den paso a unos tribunales que honren la sed popular de justicia. Lo que no solucionará sin embargo, el mal de fondo que acarrea no comprender aún, (ni allí, ni aquí que también tenemos nuestros gitanicos y morillos y nuestros "pueblos especiales" proindepes, por si nos faltaba algo), que las diferentes razas humanas, son un constructo cultural que debe y puede reconducirse desde la cuna, desde la escuela, porque carece de base biológica. Aunque la biología explique su función y contundente efectividad de Amor/Rechazo, dentro de la dicotomía primaria (léase mejor: propia de primates) del Nosotros/Ellos, que nutre todos los supremacismos, incluidos los futboleros, lugareños o políticos. ¡...dítos sean!

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