Debo reconocer que no son días para estar alegres, aunque muchos crean lo contrario. Mal empezamos si edificamos una democracia deslegitimando el propio sistema. Esto que parece un trabalenguas es el resumen escueto de lo que nos están intentando interiorizar. Así de simple. Esta estructura social no lo he votado yo, por lo que no me identifico con ella y no la respeto. Así, a bocajarro, suena bien e incluso tiene su aquel. Se ha creado un axioma o un dogma de la nada, con un significado del todo. Sin embargo, hay que analizar los hechos con mesura y con responsabilidad. Sí es cierto que la Constitución debe establecerse como un ser vivo. Si bien es verdad que no todos los días vamos a estar cambiando las leyes a los caprichos o deidades de unos pocos, eso no quita que ésta esté preparada para abordar las exigencias de una sociedad que está en plena evolución y progreso.

Quizás, por eso, hay que distanciarse de destruir cualquier indicio de legalidad a base de verdades absolutas, sin reflexionar siquiera, sin enfrentarse a una reflexión honesta y sincera sobre aquellos temas que nos atañan. Reflexionar, fundamentar, meditar y, como resultado último, tomar una decisión.

Supongo que, al fin y al cabo, hay que tener precaución con ciertos posicionamientos que a priori pintan bien, que se mueven entre lo correctamente educado y lo políticamente correcto. Y si todo fuese cierto. Que esto es un complot y una farsa, que nos han engañado, que somos un pueblo reprimido, que no existen las libertades, que la justicia no es independiente, que los sistemas de gobiernos están a merced de las grandes empresas, que podemos abrazar, incluso la inmortal. Pues si todo eso fuera cierto, yo animaría a viajar. Pero no de vacaciones, sino de verdad. Alentaría a aquellos que no lo tienen claro, a emigrar. Que visitasen países, naciones y territorios. Pero de verdad. Que no se tomen los viajes como una beca y que experimente. Que salgan, por ejemplo, como hizo mi abuelo, cuando se enfundó el morral y se fue a Venezuela. O, como hizo mi padre, cuando dejó atrás Sierra Leona, al borde de una guerra civil, por un puñado de piedras. Y así poder cuestionar bajo la humildad más absoluta el sistema que tenemos y cómo poder mejorar algo que, sin duda alguna, a veces, pienso, que se nos queda demasiado grande.

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