Punto de vista

José Ramón del Río

jdel35@hotmail.com

Dura es la ley

Oponerse a la independencia con la sola legalidad que otorga la Constitución no era provocar ningún choque de trenes

Tiene razón Antonio Burgos cuando se queja de la atención desmedida que reciben en los medios de comunicación, incluso en los públicos, los independentistas catalanes y en especial Puigdemont. Mea culpa, porque llevo con el tema artículo tras artículo, pero es de reconocer que el tema es muy serio, porque se trata de que un pedazo de España, tan importante como Cataluña, que quiere la independencia, saltándose todas las leyes, desde la Constitución hasta las del buen sentido y educación. Y los que se ocupan de gestionar esta aventura, con su conducta, demuestran que son unos chuflas, por no llamarles dementes, no sea que aduzcan ante los tribunales ese estado mental, para salir indemnes. El que se sigue considerando president estando cesado, la emprende con la UE "que les iba a recibir con los brazos abiertos de inmediato o esperando un poco", considerándola un club de personas decadentes y obsolescentes (como un electrodoméstico) y anunciando un referéndum para que los catalanes decidan si quieren permanecer en ese club, que dicen es insensible a los derechos humanos y a la democracia. Lo mismo que opina Marine Le Pen. Como se considera jefe de un Estado inexistente pide a la Justicia belga escolta para venir a votar, porque asegura que necesita protección y considerándose colega de Rajoy, presidente del Gobierno de España, un Estado democrático, dice que no puede renunciar a la DUI si el Estado no ha renunciado a su unilateralidad. Ha agotado las arcas de su partido y los que van a verle a Bruselas tienen que pagarse el viaje y convidarle a cenar. No le va a la zaga Marta Rovira que con su llanto impidió al ex president acatar el artículo 155, a lo que estaba dispuesto, con lo que ahora estaría libre y con los fondos que ahora ha despilfarrado, que le vendrían muy bien para la campaña electoral. Ahora dice, la llorona, que la DUI no existió.

Todo esto ha servido para que los ciudadanos podamos comprobar que oponerse a las aspiraciones de independencia con la sola legalidad que otorga la Constitución española no era provocar ningún choque de trenes, como se decía, y que tampoco el artículo 155 era un campo de minas. Este artículo no está copiado de ninguna dictadura, sino que es copia de otro de la Constitución alemana y los funcionarios catalanes, como si fueren alemanes, han aceptado y ejecutado sin rechistar las órdenes recibidas de Madrid. Queda por decir que, con alguna excepción, todos los comentaristas, unos más entusiastas y otros más matizadamente, han alabado a Rajoy por la forma en que ha conducido, con calma y apoyado en la ley, el desafío independentista.

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