Durero y la virgen del Saliente

Los pintores y escultores usaban estampas de grandes artistas del pasado para inspirarse

Después de un viaje por Italia, tras volver de Venecia y haber participado en los debates artísticos del Renacimiento que miraban a los orígenes del clasicismo y su adaptación al mundo moderno, Durero llegó a Nuremberg de nuevo y acometió una obra grabada que le haría célebre en toda Europa. Entre 1496 y 1498 ejecutó las quince xilografías que ilustran el Apocalipsis, el último libro de la Biblia, conocido también como "La Revelación". Esta primera edición, que tuvo una rápida difusión, fue enteramente sufragada a sus expensas. Quince grabados de buen tamaño, con un prodigioso dibujo y diseño, de una radiante expresividad y estilísticamente anclados aún en la gran tradición tardogótica centroeuropea. Revisándolos estos días he descubierto algo tan obvio y fascinante que resulta increíble que, hasta ahora, nadie lo haya sacado a la palestra en nuestra provincia. En el grabado que representa el pasaje de la mujer y el dragón, el diseño de la Señora coincide, casi a la perfección, con el de la Virgen del Saliente. Como se sabe, esta inmaculada apocalíptica, atribuida a La Roldana y quizá encargada para el Nuevo Mundo, toma sus elementos iconográficos del citado pasaje del Apocalipsis. Y la solución formal está calcada, literalmente, del grabado de Durero. Todo coincide: La postura general de la Señora, la posición de las manos, la cara redondeada, la caída y rizos del cabello, el vestido y su plegado que marca el vientre y su caída hasta los pies, que apoyan en la luna. Hasta el cordel que ciñe su cintura tiene la misma lazada, con una punta más larga que otra, cayendo sobre el vientre. En cuanto al dragón, que en el grabado está enfrente de ella, es el mismo animal que pisa la Virgen: el mismo cuerpo, las siete cabezas distintas con siete cuellos de serpiente, la cola fina y alargada, las zarpas… en fin, es evidente que la escultora de la Virgen tenía en su lugar de trabajo -el taller de su padre, Pedro Roldán- una edición del Apocalipsis de Durero y tomó esta xilografía de modelo casi dos siglos después de su estampación. Algo, por lo demás, absolutamente común en la época. Los pintores y escultores usaban estampas de grandes artistas del pasado para inspirarse, encontrar soluciones formales o respuestas iconográficas. Este hallazgo liquida otra de las "singularidades" de la imagen albojense: su pretendida hasta hoy "originalidad" en el panorama general de la escultura barroca.

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