Crónicas levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

ERC estalla su T-4

El boicot de ERC y el partido de Waterloo a la elección de Miquel Iceta como presidente del Senado es similar, pero sin currículum de sangre, a la bomba que ETA colocó en la terminal T-4 de Barajas. Ha causado dos efectos. El primero: se quedan sin argumentos quienes aún consideran que la crisis catalana pasa por un acuerdo con Oriol Junqueras y ERC, porque son más razonables que los hiperventilados de Puigdemont. Falso, Junqueras engañó con sus manitas de santurrón a Soraya Sáenz de Santamaría, a Pedro Sánchez una vez y a Pedro Sánchez dos veces. Engañó hasta a Puigdemont, porque fue él , Marta Rovira y Gabriel Rufián, todos de ERC, quienes le convencieron para no convocar las elecciones. El segundo: los indepes se quedan sin credibilidad ante otro tercio de la sociedad catalana. Ya sólo les queda uno. Todo el mundo entendió que la elección de Iceta era un gesto hacia el independentismo, Pablo Casado y Albert Rivera lo señalaron como el primer paso para el indulto de los políticos presos y la buena sociedad barcelonesa -ésa que ha alimentado la rabia- lo acogió como indicio de que Pedro Sánchez preparaba una solución sin humillación para los vencidos. ERC ha cometido un error histórico, uno más en su extensa biografía de golpes a destiempo. Y otro día, pero sin su currículum de sangre, caerá su Ternera.

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