Utopías posibles

Luis Ibáñez

Educar para la improvisación

La improvisación musical consiste en aplicar sobre la marcha toda una serie de conocimientos previos

En el lenguaje cotidiano, la palabra "improvisación" está muy devaluada. Cuando se dice que algo ha sido improvisado, o se ha hecho de manera improvisada, es sinónimo de que se ha hecho a última hora, sin ningún criterio, o de forma chapucera. No es así en el caso de la música, y me parece que puede resultar inspirador para la educación y para la vida, en general.

Salvo raras excepciones, propias de la música aleatoria (una vanguardia del siglo XX), la improvisación musical consiste en aplicar sobre la marcha toda una serie de conocimientos previos. Sin esos conocimientos, simplemente la música no sonaría bien. Nadie iría a escuchar un concierto donde se improvise pero no se cumplan unas pautas mínimas. En este sentido, la música se parece al lenguaje: hay que cumplir las normas del idioma, si queremos que nuestro discurso resulte inteligible. De hecho, es lo que hacemos constantemente cuando hablamos. Utilizamos el lenguaje de forma espontánea, pero consciente o inconscientemente estamos cumpliendo con mil normas gramaticales, sintácticas, semánticas, de entonación… En música, el equivalente al idioma podría ser el estilo. Si queremos que nuestra improvisación suene bien, tenemos que cumplir las normas del estilo. Improvisar es más bien "componer sobre la marcha". Tiene mucho que ver con lo que algunos llaman "inteligencia intuitiva". ¿No es eso lo que hacemos la mayor parte del tiempo, en nuestro trabajo y en nuestra vida cotidiana? No suele haber partituras fijas y cerradas para cada una de las situaciones que se nos presentan, y tenemos que desarrollar la capacidad de actuar (de manera que "suene bien") sobre la marcha. Esta idea podría ser aplicable tanto a profesionales de la informática como a personas que investigan archivos históricos, cuando nuestras hijas e hijos tienen un problema del tipo que sea, o cuando tenemos que decidir qué comprar… Desde que nacemos hasta que nos vamos de este mundo estamos todo el tiempo tomando decisiones sobre la marcha. Improvisando. Incluso si decidimos no hacer nada. También es una decisión, que puede ser muy premeditada, o improvisada.

¿Qué tal si no solo enseñamos conocimientos cerrados, partituras inmutables que hay que interpretar "tal cual"? ¿por qué no proporcionar herramientas suficientes para improvisar en todos los sentidos? ¿y si les ayudamos a que vayan escribiendo e improvisando la partitura de su vida?

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