A Son de Mar

Inmaculada Urán / Javier FornieLes

Elecciones: un aviso

Las elecciones en Estados Unidos van a marcar un antes y un después

En varias ocasiones hemos comentado que la democracia se basa en la desconfianza y en la multiplicación de los controles efectivos. Todo poder aprovecha cualquier resquicio para abusar e imponer sus intereses. El culebrón de las elecciones norteamericanas parece haber concluido, pero ha vuelto a confirmar esta máxima. Hubo ya serios avisos en las elecciones de Bush frente a Gore. No se tuvieron en cuenta y los agujeros se agrandaron. Con independencia del resultado final, lo cierto es que ahora ha habido cierres de sedes electorales e intervenciones informáticas poco justificables, y que el sistema de voto por correo ofrece más lagunas que seguridades. Está claro que lo único fiable es el voto en la urna y que cualquier sistema informático se presta y se termina utilizando para el fraude.

¿Supone esto una advertencia para nosotros? Claro que no. Nosotros no hemos falsificado las elecciones en la Restauración ni en la Segunda República ni durante el franquismo. Claro que no. Nosotros no tenemos un presidente al que hayan pillado con una urna detrás de la cortina ni hemos visto votar a dos manos a destacados políticos. Claro que no. Y, además, los partidos nuevos han venido a regenerar la democracia. No es verdad que Cs tuviera que anular unas elecciones primarias tras la intervención del Espíritu Santo en sus ordenadores. Y, claro, nadie desconfía de las votaciones informáticas de Podemos que duran varios días mientras se procesan los resultados. Con estos antecedentes, quien se ría de estas cosas que les pasan a los americanos o hable de 'modernizar' el país votando con el ordenador o facilitando el voto no presencial, que luego no se queje.

Las elecciones en EE.UU. van a marcar un antes y un después. No solo por el descrédito al que los políticos han sometido al sistema. Lo van a marcar, además, porque los encargados de contrarrestar estos abusos han fracasado. El partidismo y la falta de recursos económicos frente a internet están arruinando también el crédito de los medios como entidades a las que recurrir para denunciar o para formarse una opinión aceptable.

Ahora mismo, en una democracia en la que ganar absuelve de cualquier culpa, casi lo único que queda en pie es la posibilidad de que cada 4 años podamos decidir quién nos ahorca. Y si esto desaparece, ¿qué nos queda? Afianzar y revisar los controles, por nuestro propio bien, nunca viene mal.

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