Elogio de premiados 2022

Vengo ahora a glosar algunas de las virtudes y gallardías registradas en las actas del jurado de los Premios del Diario

Siguen proliferado en estos años las galas, unas sectoriales otras genéricas, y los organismos o entidades patrocinadores que van incrementando, de forma notable, el número y variedad de premios y premiados, en una expansión que permite cuestionarse en algún caso si, al cabo, no se trata de instrumentar tal tipo de evento para mayor fama de quien premia que para honrar la ejemplaridad del premiado. Dicho sea, desde luego, sin merma alguna del componente positivo que exhala toda iniciativa social que pugne por detectar méritos cívicos, artísticos, sociales o profesionales, que tantas veces nos pasan desapercibidos al resto; aunque a la vez desde este recelo lógico a que no falten abusones que prostituyan una tradición de tanta solera y sentido.

Y desde tal exordio vengo ahora a glosar, de forma sucinta, algunas de las virtudes y gallardías registradas en las actas del jurado de los Premios del Diario de este 2022 para justificar sus galardones de este año. Y hablar del Dr. Arraez, uno de los neurocirujanos más prestigiosos del país, con merecida autoridad tanto en la Fundación Mundial como en la Academia Mundial de Neurocirugía. Y a escribir de su vocación sanitaria ligada a su adolescencia lassaliana y sus escarceos como socorrista voluntario en la Cruz Roja de Juventud en Almería. O aludir al premiado A. Góngora, en homenaje a su talento en el ámbito urbanístico y arquitectónico, que ha marcado en buena medida el futuro cívico de la Almería con su diseño de la otrora desolada Rambla de Almería, actual Avd. Garcia Lorca, a través de una ordenación modélica que cambió la estructura de la ciudad y marcó su futuro. Y mencionar a Quinita Jiménez, una figura célebre de la danza, que da nombre el Conservatorio andaluz, tras lograr, con el maestro Richoly, premios nacionales, en el arte tal vez más efímero, como es bailar, acaso la más genuina forma expresiva de las emociones humanas, la alegría, la tristeza, la bravura o el cariño: y, sobre todo, como decía Manolo del Águila, de la Gracia. O finalmente hablar del empresario J.A. Santorroman, por la gran relevancia que su Agrobío, una compañía local que en apenas treinta años, se haya convertido en un referente para la agricultura mediterránea e internacional, cubriendo más de 45.000 h. en más de 40 países, a través de su sede en Almería, su filial en Marruecos y una segunda biofábrica en Turquía. Enhorabuena a todos ellos.

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