La tapia del manicomio

Elogio del snob

En el caso de La broma infinita tenemos división de opiniones: uno la ha leído entera y el otro, no

Hemos leído recientemente que corre por ahí una lista de los veintitantos libros famosos más "coñazos" (según opiniones en los foros que proliferan por esos mundos reales y virtuales), que dicen que casi nadie se ha zampado enteros, aunque no lo reconozcan. En primer lugar, más vale haber leído un poco que nada, o, peor, que ni siquiera te suenen los libros. En segundo lugar, es bueno, aunque sea por snobismo, intentar estar a loro de lo que se debe conocer. Peor es no intentarlo siquiera y encima cachondearse de los que los han leído, presumiendo que todos ellos mienten o son masoquistas. Antes, la mayor parte del personal ignorante se avergonzaba de serlo, pero ahora se tiene a gala el desconocimiento supino. Como dijo Antonio Machado en uno de sus proverbios: "La envidia de la virtud hizo a Caín criminal. Gloria a Caín, hoy el vicio es lo que se envidia más."

La característica común -y básica- del ochenta por ciento de los libros incluidos en el "infierno del snob" es que son más largos que un domingo sin dinero. Se ve que el esfuerzo necesario para leer tantas páginas se añade a las dificultades de los textos. Y más en estos tiempos en que el personal vive en el "twiter". Tiene más capítulos "A la recherche…" de Proust que letras caben en un tuit. Como cada uno tiene sus gustos, también a nosotros nos parece que hay algunos libros merecidamente incluidos en la lista de los insufribles. Por ejemplo, 2666 de Bolaño, que tiene dos partes esplendorosas y varios cientos de páginas dedicadas a relatar crímenes con detalle, sin más comentario. Nos parece que la obra cumbre del chileno sigue siendo Los detectives salvajes, aunque también sea larga. Reconocemos que no hemos sido capaces de leer más de cien páginas de Paradiso. En el caso de La broma infinita tenemos división de opiniones: uno la ha leído entera y el otro, no.

Ahora que, meter en la lista de tochos plomíferos el Quijote, Tristram Shandy, Moby Dick, Rayuela, Las aventuras del valeroso soldado Schwejk o Ada, sí que nos parece el colmo del snobismo, por no llamarlo postureo, como ellos mismos definen el hecho de leer esos libros, dando por sentado que se hace por presumir. Como si no hubiera formas de presumir más lustrosas.

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