Emboscadura

"Quería vivir profundamente […] para no darme cuenta, en el momento de morir, de que no había vivido". Henry D. Thoureau.

En estos días hay dos nombres que se repiten constantemente en mi mente: Ernst Jünger y Henry D. Thoureau. De alguna manera cuentan con elementos comunes que me seducen hasta lo incalculable. Por una parte, Jünger, en su obra Emboscadura traza un viaje interior para sobrevivir a la catástrofe (la de cada uno). Definía bosque como el escenario personal donde todos en realidad estamos perdidos o encontrados. La persona que realiza este camino resulta independiente de la sociedad pero sobre todo lo es del estado aunque lo considere un criminal. El caminante del bosque, como así describe el libro a los que eligen enfrentarse a la adversidad, lucha por su dignidad humana. Lejos de cualquier forma de victimismo, el tema de fondo es resistir la opresión para obtener como premio a uno mismo, a una persona singular y soberana de sí misma. Thoureau habla de otro bosque, en su caso de uno real. Aconsejado por algún amigo estuvo dos años viviendo en una cabaña sin apenas recursos para encontrarse a sí mismo. Y escribió: "Fui a los bosques porque quería vivir solo, deliberadamente, para afrontar los hechos esenciales de mi vida […], vivir de una forma tan intensa y espartana que pudiese prescindir de todo lo que no era vida". Este sin duda era otro viaje interior, aunque programado, que también conducía a una forma de esencialidad, alguna que a Nietzsche le encantaría. La impresión que estos dos pensadores causan en mi cuerpo es la de la tibieza cuando comparo su existencia con el momento histórico actual. Necesitamos un bosque para emanciparnos de algunas confusiones: la de la identidad personal respecto a la digital y la laboral. No sabemos quiénes somos y perdemos el tiempo creyendo ser otra persona, una prefabricada y estereotipada por el capitalismo global, una que sin duda se siente sola sin saber por qué. No tomamos la molestia de adentrarnos en el bosque para averiguar quiénes somos realmente, si es que somos algo. No estimamos oportuno darnos una oportunidad para vivir plenamente, lejos de lo superfluo. Necesitamos un emboscamiento urgente que nos libere de la desidia, uno que nos sitúe frente al abismo y nos conduzca a lo necesario. No quisiera acabar pensando lo mismo que Thoureau cuando escribió con énfasis: "Quería vivir profundamente y desechar todo aquello que no fuera vida…para no darme cuenta, en el momento de morir, de que no había vivido".

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios