Emir bendito y rey depreciado

«De según como se mire, todo depende». Elogiosas alabanzas al emir de Catar y correctivos morales al rey depreciado

Todo es relativo, no cabe duda. «Depende ¿de qué depende?», cantaba Jarabe de Palo. «De según como se mire, todo depende». El emir del Estado de Catar debe ser una persona respetable, ciertamente, como habría de serlo el común de los mortales no sometidos a la sospecha de las insinuaciones, las dudas o los prejuicios. Pero que lo sea en grado sumo y se le cumplimente mayúsculamente más parece razón de una «alianza estratégica» muy relacionada con miles de millones de euros de inversiones cataríes y el suministro de gas ante el cierre del grifo ruso. Acompañado de solo una de sus tres mujeres, el emir ha sido objeto de cumplidas pleitesías, no al berlanguiano modo de Bienvenido, Mister Marshall, pero sí con parecido propósito, aunque distinto atrezo.

Un rey bastante más conocido por estos lares, sin embargo, ha de buscar aposento porque sus debilidades -subsanadas y no penadas judicialmente- parecen no tener remisión posible, después de cuatro décadas de reinado con un balance en el que las luces prevalecen sobre las sombras. Todo es relativo, vuelve a decirse, porque delincuentes de distinto pelaje y condición hacen y deshacen, influyen y condicionan sin que ni siquiera se les apliquen los correctivos morales de que es objeto el monarca desterrado. El emir bendito -contradicción aparte- y el rey depreciado -admítase, sin errata, despreciado-, con una visita coincidente en el tiempo, aunque bastante distinta en su desarrollo. Otra cuestión es el discernimiento popular -no asimilar ahora a populismo- y el fundado criterio del sentido común.

Que Catar sea una monarquía absoluta, sin representación sindical de los trabajadores, debe importar poco, por más que a la vez se manifiesten legítimas inclinaciones republicanas por quienes no hacen escrúpulos al emir. Además, aunque la extensión de ese Estado sea ocho veces menor que la de Andalucía, y parezca una verruga de Arabia Saudí enjuagada en el Golfo Pérsico, poco importa, relatividad mediante, porque se trata del país con mayor renta per cápita del planeta y la tercera reserva mundial de gas natural, preciado suministro en tiempos de guerra y sanciones. En fin, alianza estratégica y pelillos a la mar del Golfo Pérsico, que no de Sangenjo.

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