Enajenación moral

En estas fronteras varias alambradas electrificada y de espino, aislaron los combatientes FLN en Argelia de sus bases establecidas en Túnez y MarruecosQuizá fueran los efluvios del vino barato derramado sobre el pretil del paseo marítimo o la hedentina del hachís Si hay una deficitaria base moral es porque el ente público no invierte lo suficiente en una formación ética adecuada

Repasando algunos textos de ética nicomáquea y esbozando comparaciones con el gran Ortega y Gasset, no he podido evitar una reflexión sobre los tiempos presentes y el estado moral. Dijo Lipovetsky que esta era la era de la "nada" donde la indiferencia moral campaba a sus anchas; y donde la dejadez y la irresponsabilidad a lo ajeno se habían convertido en el modus operandi de la deriva social. Con eso declaró que este era un mundo de apatía, de autoexilio, de individualismo dentro de la masa, en el que ya no quedaban posibilidades de recuperación de los valores. No obstante desde mi óptica el problema es otro. El estado moral de nuestro tiempo creo que es el de la enajenación moral. La definición de enajenación según la R.A.E. es clara: perdida transitoria de razón a consecuencia de un estado anímico insuperable. Si lo aplicamos a nuestra sociedad encontramos mucha verosimilitud. Existe una pérdida del sentido moral a consecuencia de cambios anímicos en las personas: hay miedo a la perdida de trabajo, hay odio hacia las agresiones jurídicas de algunos entes públicos (ya que no hay ley de segundas oportunidades), hay una cultura de corrupción estructural igual al tráfico de indulgencias de otra época, y una insuficiente formación moral en la educación básica. Con esta desorientación es inevitable el menoscabo transitorio de los valores y la enajenación. Hay sin duda una desgaste del sentido moral que nos ha conducido a esta sociedad opulenta y caótica donde no rigen ni los principios ni las máximas y donde nada es lo que parece, o acaso se ha hecho parecer lo que no es. El caso es que todos somos unos enajenados porque nadie nos educó para lo contrario y porque la supervivencia social requiere carecer de valores hoy día. Sin embargo la enajenación moral tiene una lectura positiva. Se trata de un mal transitorio. Se puede recuperar los valores de nuestra cultura si somos capaces de crear una base educativa dentro de la formación elemental y si le damos la importancia que se merece. La pregunta consecuente esta clara: ¿El ente público va a invertir en formación ética? ¿Le va a dar más importancia que a las finanzas? Probablemente no, pero su dejadez no hace irresoluto al problema solo declara la dejadez de dicho ente. Nuestro deseo ahora debería ser exigir dicha formación. Yo lo exijo desde aquí; que se tomen la formación ética en serio.

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