Escandalizarse a la carta

¿Acaso daña a alguien el que sin esperar a la sanidad pública recurre a la privada?

Con mucha frecuencia cunde la indignación debido a ciertos acontecimientos que han escandalizado a la población. Muchos de esos casos derivan de que no se ha respetado la igualdad que debería regir entre los ciudadanos. Ante el "todos somos iguales" de la constitución, pero sin añadir el "ante la ley" (art.14,) se presenta un panorama donde brillan algunas desigualdades que parecen repugnar a lo declarado en la constitución. El penúltimo episodio donde se han puesto sobre el tapete esos privilegios ha sido la dichosa vacunación de algunos miembros de la familia del rey en tierras extranjeras. ¿No es un descaro, dicen, que se hayan saltado la cola? ¿Por qué no han esperado como disciplinadamente (¿?) hacemos el resto de los españoles? Frente a esa reacción conocemos el caso de algún deportista que ha hecho exactamente igual y en el mismo sitio sin que nadie se haya rasgado las vestiduras. Puro fariseísmo (con perdón). Además, esta queja implica asumir que en los casos referentes a la salud todos tendríamos que esperar a que nos llegue el momento adecuado (no quiero decir "la hora"). Si es así, tendríamos que extender ese criterio a todos los casos. Por ejemplo: ¿qué deberíamos pensar de los seguros privados de enfermedad? Obviamente no deberían existir, porque acudir a la medicina privada supondría saltarse el turno en la sanidad pública. Si alguien tiene cita médica con un especialista de la sanidad pública para dentro de tres meses y considera que su situación no le permite esperar tanto tiempo, ¿tendríamos que reprocharle que, aprovechando su situación económica, acudiera a la medicina privada? Tener dinero para hacerlo ¿no es también un cierto privilegio, sobre todo si le viene por una herencia? ¿Acaso daña a alguien el que sin esperar a la sanidad pública recurra a la privada? No creo que fuera razonable llegar a esos extremos. Entonces, ¿a qué viene el escándalo por la vacunación de las infantas? Alguien publicó aquí mismo un artículo sobre la capacidad de los poderes de manipular y de dirigir las emociones con finalidades espurias. Pienso que este es uno de esos casos. Si alguien lo desea, es perfectamente lícito abogar por el advenimiento de una tercera república, sea o no un asunto prioritario. Pero deberían darse argumentos y razones que muestren las ventajas de la república sobre la monarquía, y no apoyarse en el revuelo ocasionado por un suceso aislado.

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