Libertad Quijotesca

España en su hora 25

Al traicionar la separación de poderes y la Constitución, los ciudadanos podemos perder nuestra humanidad

Virna Virna Lisi y Anthony Quinn protagonizaron en 1967, la versión para el cine de la novela del escritor rumano Constantin Virgil Gheorghiu, publicada en 1949, La hora 25. La película, coproducción francesa, italiana y yugoslava, fue dirigida por el guionista y realizador francés Henri Verneuil. Narra la odisea de una familia de campesinos rumanos, Johan y Susana Moritz, durante la Segunda Guerra Mundial. Su vida toma un giro dramático cuando Drobesco, jefe de policía de su pueblo, Fontana, envidioso, mezquino y que acosa a Susana, abusa perversamente de su poder para enviar a Johan a un campo de trabajos forzados para prisioneros judíos. La historia de esta familia se entrelaza con un mosaico de personajes, sus vivencias en medio de una guerra de la que al parecer aún no hemos aprendido nada, que nos ponen ante las rotundas contradicciones de la naturaleza humana y sus acciones. En estos días de disparate y zozobra en España, he recordado continuamente esta historia y su simbólico título. Despertemos ante la injusticia, el abuso de poder, el despilfarro de nuestros recursos hipotecados por la deuda disparatada que tiene nuestro país. La democracia española está siendo desmantelada a velocidad de crucero, como consecuencia de la necia estructura de dominio creada por una partidocracia, que de manera ruin se ha negado a gobernar mediante el parlamentarismo, la separación de poderes y el rechazo contundente de la corrupción. Se han esmerado por domesticar la educación, arrojándola a las garras del dogmatismo y el analfabetismo funcional. El español es una lengua perseguida en España. Nuestra cultura maltratada, enlodada por la mentira y el flagelo de la ignorancia. Un querido amigo me recordó que España es un país difícil, aún más para quienes no nos resignamos a su autodestrucción, y decidimos trabajar para rescatar su cultura, democracia y dignidad. Traicionar la democracia que nos une a los españoles, su Constitución, nos lleva a vivir en tiempos oscuros, en los que todo puede empeorar, y los ciudadanos ser privados de su humanidad por los dogmas ideológicos al servicio de un estado totalitario. Cuando se abandona la coherencia y el autocontrol llega la hora 25, la última de todas las horas. Corremos un gran peligro si los españoles, unidos, no salvamos nuestra Constitución y regeneramos nuestra nación, superando la dictadura de la mentira.

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