El callejón del gato

La España vaciada

Ahora aparecen los partidos de la España vaciada, que no se puede decir que formen un equipo unitario

El último elemento para combatir el bipartidismo es el de "la España vaciada". Tenemos un parlamento como hay pocos en cuanto al fraccionamiento se refiere. Cada vez que hay que aprobar una ley, como pudieran ser una norma que regule el salario mínimo, o se refiera a la eutanasia, por poner unos ejemplos de materias que nos afectan a todos por igual, no sólo hay que tener en cuenta las diferencias existentes entre partidos de derechas y de izquierdas en función de sus múltiples posiciones, sino que también es necesario contar con el parecer de los partidos con identidad territorial que, a su vez, los hay de varios colores. Ahora aparecen los partidos de la España vaciada, que no se puede decir que formen un equipo unitario con un proyecto común, para repoblar las zonas afectadas, tras un laborioso estudio, sino que cada provincia va por su cuenta para arrimar el ascua a su sardina. No conozco cual será el programa de gobierno de cada uno de los partidos que se han formado para solucionar el problema de la despoblación que padecen en sus respectivos territorios, pero es evidente que parten de la base de que sus aspiraciones electorales no son las de alcanzar el poder para gobernar en España. Ni siquiera aprecio en sus movimientos una ideología común, sino una manera de conseguir concesiones concretas a cambio de un voto, cuando sea necesario para la aprobación de una ley general, que nada tiene que ver con la prebenda que al representante de turno se le ocurra pedir, para su dar su apoyo. Algo así como si para conseguir el incremento de las pensiones, a cambio, hubiera que construir un aeropuerto o un tren de alta velocidad que es lo que está de moda. Todas las provincias cuentan con representación en el Congreso de los Diputados. Vería más lógico que, a iniciativa de los diputados que representan a las provincias que sufren despoblación, se expusieran los problemas que padecen esos territorios, se estudiasen por la vía de los grupos parlamentarios, y se dictasen normas específicas sobre la materia para darles solución. Y desde el gobierno cualquier iniciativa que se tome no debe de ser para complacer una demanda particular de una provincia determinada, sino lo que, dentro de su competencia, pueda ser beneficioso para el conjunto. No me parece que la proliferación de partidos territoriales chantajeando al gobierno cada vez que sea necesaria la aprobación de una ley, solucione el problema de la despoblación.

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