Evaluar, ¿presencial o no presencialmente?

¿Acaso cuando nuestros estudiantes sean contratados para un trabajo, se les exigirá que lo hagan sin acceso a un texto?

De entrada, la palabra "evaluar" no entra en el interrogante: el proceso de enseñanza-aprendizaje no es completo si aquello no forma parte de esto. Mucho se habla de >; pero, ¿cuándo los corregimos? ¿Acaso no ha sido tradicional que se apruebe un examen sin que se supiera dónde se ha sacado esa puntuación? Aún es corriente que un alto porcentaje de estudiantes supere una asignatura sin haber atendido una tutoría tras su examen. Y si hablamos de una evaluación continua como constituyente relevante de la calificación final, ¿ha de ser presencial o no?

Traigo todo lo anterior a debate dada la situación de pandemia que nos contextualiza, evidentemente. El debate sobre si, a la vuelta de la Navidad, había o no que realizar los exámenes de forma presencial ha sido intenso. Hasta el sr. Ministro, a destiempo, ha entrado en un debate en el que los rectores le han respondido como colegiado resorte. Incluso han entrado en este debate los salvadores de la Navidad; y es que ya ni Jesús de Nazaret se atrevería a decir aquello de >: ¡faltarían adoquines en nuestras calles!

Algo bueno ha traído la pandemia a nuestro sistema educativo, y al nivel universitario en particular: lo poco que hemos avanzado en nuestra capacidad para dotarnos de estrategias robustas de evaluación. Se han diseñado sistemas para evaluación no presencial, pero pareciera que son más huidas hacia delante que propuestas que lleguen para quedarse. Veamos, cuando nuestros estudiantes sean graduados y másteres y se les contrate para un trabajo, teniendo que resolver problemas concretos, ¿se les exigirá que lo hagan sin acceso a textos, sin visitar bibliotecas ni consultar Google? Todos hemos hecho alguna vez un "examen a libro abierto"; ¿acaso resultó aquello un fracaso? El fracaso es no sacar al estudiante a la pizarra, el fracaso es no trabajar en tutorías los errores cometidos, el error es seguir evaluando, esencialmente, tal y como se ha hecho siempre. Y la evaluación contendrá de todo, ¡hasta saber reproducir la literalidad de una cita! Porque no siempre se sabe copiar, y ahí también China nos enseña. Eso sí, lo haremos sin trampas, citando al autor.

Mi propuesta: dar mucho mayor peso a los Trabajos Fin de Estudios, y ayudar al estudiante a adquirir las herramientas necesarias a lo largo de los cursos; presenciales o no.

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