Utopías posibles

Evaluar lo público

El Ministerio de Educación quiere evaluar al profesorado. Los sindicatos rápidamente ha puesto el grito en el cielo

El ministerio de educación quiere evaluar al profesorado. Los sindicatos rápidamente ha puesto el grito en el cielo, argumentando que todo el profesorado es excelente, y la administración es la culpable de los todos los males. Por otra parte, a nivel político y social es muy cómodo hacer responsable al profesorado. Más allá de estos intereses particulares, el tema de la evaluación requiere una reflexión mucho más profunda.

Por supuesto que hay que evaluar al profesorado, como hay que evaluar a la propia administración, al alumnado, y a todos los organismos, instituciones y administraciones públicas. La ciudadanía tiene derecho a que los recursos se inviertan de la manera más eficiente posible. Tal vez sea necesario aclarar lo que podríamos llamar las "5 W de la evaluación".

¿Qué evaluar? Al alumnado, al profesorado, las AMPAS, la dirección de centros, la inspección y la propia administración educativa. Los resultados académicos, la convivencia, la innovación, la metodología, los recursos, la implicación y participación democrática...

¿Quién debe evaluar? Cada persona implicada debe evaluar a todas las demás, desde el alumnado hasta la Consejería, desde las familias hasta la inspección, desde una asociación que colabore en tiempo extraescolar, hasta el propio profesorado. Es lo que se conoce como "evaluación democrática".

¿Dónde evaluar? En la propia aula, en espacios compartidos, en el patio de recreo, en los despachos, en los órganos de gobierno, en espacios formales e informales. Se trata de ir creando una "cultura de la evaluación".

¿Cuándo evaluar? Cada vez que se considere necesario, cuando haya una demanda expresa de que es necesaria la evaluación, o en todo caso al terminar un proceso educativo (un curso escolar, un trimestre, una actividad concreta…).

¿Por qué evaluar? Porque necesitamos saber lo que funciona mal, lo que es claramente mejorable, y felicitarnos por los éxitos, buscando soluciones compartidas a lo que no funcione.

Habría que añadir algo más sobre el "cómo": tener en cuenta los resultados, pero también los significados que las personas atribuyen a cualquier hecho. Y el final debe ser la "triangulación": si tanto el alumnado como las familias, el profesorado, los equipos directivos y la inspección coinciden en que algo o alguien no funciona, es porque es así. No se me ocurre una manera más justa (y seguramente "objetiva") de evaluar.

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