República de las Letras

Falta una leal oposición

Se echa en falta en la derecha una voz moderada, un discurso de propuestas de futuro, una leal oposición

Cuando se intenta que el Gobierno no pueda gobernar, se piensa más en uno mismo y en el propio partido, en los intereses de uno mismo y del partido, quiero decir, que en el país. Cuando se instrumentaliza a la Justicia contra el Gobierno, se demuestra que no se cree en la separación de poderes, característica esencial de la Democracia. Cuando, para poner palos en la rueda de la modernización y puesta al día de la nación, se da voz a la extrema derecha, es porque el que hace eso no está lejos de los planteamientos de la extrema derecha, contrarios al sistema democrático. Cuando no se tienen propuestas que hacer, se va estorbando toda acción de gobierno y se pretende que esto no funcione, que vayamos a peor, el que hace todo eso cree que cuanto peor nos vaya a todos, mejor para él. La derecha, siempre lo digo, para conseguir el poder no tiene escrúpulos en prostituir la democracia; en poner al Estado al servicio de sus intereses y los de sus amigos, a los que representa; en remover la mentalidad cainita que nos caracteriza, con lo peligroso que es eso en España dados los antecedentes históricos en ese sentido que tenemos. La gran desgracia de este país, su máximo peligro, su fatalidad, también lo he dicho siempre, es que no dispone de una derecha democrática como el resto de los países de Europa. La española es una derecha montaraz, insolidaria, antigua, antidemocrática. Dice ser liberal, pero es en realidad de tendencias dictatoriales. Y lo peor es que responde bien a la mentalidad común española, hecha en el hambre, el miedo, la insolidaridad y la obediencia al poderoso, todo ello adobado de religión, superstición, mentalidad estrecha, hipocresía, machismo y xenofobia. Todo esto es lo que no ha soportado Borja Sémper. Por todo esto es por lo que Ciudadanos, que vino a ser el partido del centro político español, acabó en sonoro fracaso en las urnas. Y todo esto, además, es lo que ha sacado a la superficie de nosotros mismos el problema del independentismo catalán. Se echa en falta en la derecha una voz moderada, un discurso de propuestas de futuro, un afán de solución de los grandes problemas, una metodología dialogante y un talante democrático. Y un líder que, lejos de enarbolar las viejas banderas de la discordia y el enfrentamiento, nos explique a los españoles cómo se podrían hacer mejor las cosas sin ofender ni descalificar: haciendo una leal oposición.

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