Utopías posibles

Faltas de respeto

Lo peor de todo es que estamos normalizando situaciones que hace solo unos meses o unos pocos años no habríamos permitido

No surte efecto. No voy a volver a hablar de que no se cumplen las distancias en las aulas, ni de que no han querido invertir un solo euro en asegurar ratios y espacios realmente seguros. Tampoco hablaré de cómo los protocolos de los centros se basan en mascarillas, gel hidroalcohólico… y poco más. Mucho menos se me ocurrirá hablar de una entrevista al consejero de educación en la cadena SER, donde reconoce que si no se ha hecho otra cosa es "porque no se puede", "es imposible", y además, tampoco se va a hacer en Madrid ni en ninguna otra comunidad, porque "una cosa es decir, y otra hacer". Menos aún escribiré sobre cómo las familias están en pie de guerra, o sobre esa heroica profesora de Aguadulce que dice verdades como puños a Imbroda. Al comentario de "empecemos con ilusión", por parte del consejero, responde ella "¡ilusión! ¿qué ilusión? Miedo, es lo que tenemos".

Así es como llegamos al curso escolar más incierto y peligroso de la historia, con un principio de curso en el que los equipos directivos tienen que echar tardes, noches, madrugadas y fines de semana de trabajo para arrancar el motor. Si al enorme trabajo de cualquier año le añadimos todo lo relacionado con la COVID (entradas, salidas, recreos, parcelas, compra de materiales, evitar contacto entre personas...) el encaje de bolillos se queda corto para definirlo.

Las coordinaciones COVID de los centros educativos (esas personas con formación en magisterio, o en física, sobre los que recae la responsabilidad de los protocolos) han recibido un curso de formación en fechas recientes, y en la tarea final, por exigencias expresas de la Consejería, se pedía que diseñaran un protocolo en el que se respetaran un esquema impuesto, que no aparece en la normativa. Llevan trabajando desde el mes de julio, a contrarreloj desde el 1 de septiembre, intentando dar sentido a algo que de entrada no lo tiene, en absoluto… y ahora en un curso de 10 horas (en tres días) pretenden cambiar todo. La mayoría se han rebelado, diciendo que no iban a perder el tiempo.

Las reiteradas faltas de respeto hacia lo que significa la educación, la salud, la formación y el trabajo de los demás, por parte de la Consejería roza ya límites insospechados, y mucho más bajo caeremos, si no ponemos remedio. Lo peor de todo es que estamos normalizando situaciones que hace solo unos meses o unos pocos años no habríamos permitido.

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