Fantasmas

Durante estos años, una buena parte de nuestra izquierda se ha comportado como la institutriz de 'La vuelta de tuerca'

Recordemos el argumento de La vuelta de tuerca, de Henry James: una institutriz llega a una mansión para hacerse cargo de dos niños huérfanos. A los pocos días, la institutriz empieza a sospechar que los fantasmas de una antigua institutriz y de un criado, muertos los dos, se comunican con los niños y de algún modo dirigen su conducta. Poco a poco, la institutriz empieza a sentir la presencia de los fantasmas, hasta que seis meses más tarde se produce una doble desgracia que no revelaré (sería un spoiler). ¿Existen o no existen los fantasmas? El astuto Henry James no lo aclara, pero lo que sí deja claro es que a la institutriz le interesa que existan esos fantasmas, aunque ella misma no sea consciente de ello: protegiendo a los niños de esos fantasmas, la institutriz pretende ejercer el control de la mansión y, de paso, atraer la atención del distante tutor que ejerce la custodia de los huérfanos. Si los fantasmas existen, ella será la salvadora de los niños. Y además, podrá reclamar su derecho a ser algún día la dueña de la mansión.

Durante estos últimos años, una buena parte de nuestra izquierda -aliada con los independentistas catalanes y vascos- se ha comportado como la institutriz de La vuelta de tuerca. Armada con un potente detector de fantasmas ideológicos, esta izquierda ha advertido la presencia de franquismo y de ultraderecha en la Constitución del 78, en la Monarquía, en la Judicatura, en la Policía, en la nación española, en la ley electoral, en el precio de los alquileres, en el euro, en el PP, en Ciudadanos, en la Iglesia católica y en todo aquello que por alguna razón le disgustaba o le parecía desagradable. El último fantasma detectado ha sido el de Andrés Calamaro, ahora convertido en un conspicuo ultraderechista que arrastra las cadenas por el castillo de Alta suciedad.

"Cuando los dioses quieren castigarnos, escuchan nuestras plegarias", decía Oscar Wilde. Pues bien, cuando los dioses quieren castigarnos también son capaces de hacer reales los fantasmas que llevábamos mucho tiempo persiguiendo horrorizados. Al final de La vuelta de tuerca, la institutriz veía una sombra amenazadora que rondaba por el jardín de la mansión. Y este domingo, el fantasma que la izquierda llevaba tanto tiempo persiguiendo sin éxito puede hacerse real de una vez. Y a ver qué hacemos ahora con él.

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