Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Felipe y la España que se dio la vuelta

Los primeros años de Felipe González en la Moncloa colocaron a España entre las democracias consolidadas

Dentro de unos días se cumplen cuarenta años de la abrumadora victoria socialista que llevó a Felipe González a la Presidencia del Gobierno. Se va a hablar mucho en las próximas semanas de Felipe porque es un jarrón chino, como él mismo se encarga de proclamar, que se mueve constantemente, que conserva una gran capacidad de prescripción y de generación de titulares y que le ocasionamás de un dolor de cabeza a su partido. Lo demostró hace una semana en el Foro de la Toja en un entretenido coloquio con el también ex presidente Mariano Rajoy. Y lo volverá a evidenciar en los actos que su Fundación ha organizado para conmemorar la efeméride. En uno de ellos, por cierto, ha demostrado su gusto por la provocación dejándole protagonismo al presidente de la Junta, Juanma Moreno, el hombre de moda en el Partido Popular. La cosa ha escocido en Ferraz y parece que finalmente Moreno se cae del cartel.

Pero no es del Felipe González actual y su papel de pepito grillo de la vacilante izquierda española de quien conviene hablar en este aniversario. Mejor evocar el recuerdo de aquel joven secretario general del PSOE que acababa de abandonar el marxismo, que había renovado a fondo un partido anquilosado y casi desaparecido durante la dictadura y que se disponía a recoger los restos del naufragio de la primera transición tras la dimisión de Adolfo Suárez y el intento de golpe de febrero de 1981. En el país bullía entonces la necesidad de cambios profundos. Suárez se había quemado en el desmontaje político y administrativo de la dictadura y ahora se necesitaba colocar a España en el mundo de las democracias consolidadas y de los grandes tratados internacionales. Y para eso los españoles confiaron en González, en su juventud y su ansia de tiempos nuevos. Su triunfo fue abrumador: más de diez millones de votos en la España de 1982 y 202 escaños de un Congreso de 350 diputados. Un cheque en blanco.

Ese cheque en blanco empezó a utilizarse enseguida: desde la domesticación del Ejército, que dejó de ser una amenaza, hasta la plena incorporación a la entonces Comunidad Europea, dejando atrás para siempre la falta de integración de España en el bloque geográfico y económico que le correspondía. Desde la expropiación de Rumasa hasta la devaluación de la peseta, desde las leyes educativas a la ampliación de derechos en todos los órdenes, los primeros años de González en la Moncloa fueron de cambios trepidantes y a mejor. El impulso vino de dentro, pero no se podría haber hecho desde el aliento que llegaba de Washington, de Bruselas, de Bonn o incluso de París. España se dio la vuelta en esos años. Luego vino lo que vino, pero esa es otra historia.

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