Feliz dia del P. P.

Tocan albricias y felicitaciones a tantas y tantas personas que se identifican con esas letras

Estando a 19 de marzo, creo que no es cuestión de dejar pasar la oportunidad, a la que pintaban calva los romanos para que nadie la agarrara por los pelos. En el día de San José, claro está, corresponde felicitar a las personas que lo llevan en el nombre; siendo del Día del Padre, qué menos que esbozar una sonrisa cómplice a quienes lo somos y agradecida a quienes nos lo han permitido. También es el día del P. P. e igualmente tocan albricias y felicitaciones a tantas y tantas personas que se identifican con esas letras. Me refiero, evidentemente, a los Pepes y las Pepas.

Este 19 de marzo volverá a circular la idea de que P. P. significa "pater putativus", o sea, "padre putativo", o dicho de un modo que resulte menos dado a segundas interpretaciones, "padre adoptivo". Muchas veces lo he explicado en clase: San José es el P. P. de Jesús, de donde el "Pepe" de nuestra lengua y, derivado de él, "Pepa". La anécdota es tan rematadamente buena que me veo cada vez más obligado a tomarla, como decían los romanos, "cum mica salis", con la misma precaución que nos lleva a echarle a un guiso una pizquita de sal y no un carretón. En esto, como en tantas otras cosas, más conviene guardar cautelas que rendir ciudadelas. Padres hay de todo tipo y condición. Tenemos al "pius pater" Eneas, fundador de la estirpe romana, hombre tan pío y piadoso, esto es, respetuoso con la voluntad de los Dioses, que antepuso a sus propios deseos la obediencia debida. Tenemos a los Padres de la Patria, los Padres de la Constitución, los Patriarcas y su Patriarcado, los Padres de la Iglesia, los patrones, los patronos, la Patronal y hasta el padrón municipal. Tenemos a nuestros propios padres y, quienes lo somos, a nuestros hijos. Hay mucho que celebrar si pensamos en todo esto como en una cadena que une a varias generaciones.

Hoy quiero dedicar mi columna a los hijos, sin los que no se puede aspirar a la genuina condición de ser padre. Mercadotecnia, rebajas, ofertas y anuncios aparte, somos padres porque tenemos descendencia y porque somos hijos de alguien. En un día como el de hoy, me gustaría proponerles que recordáramos ese vínculo de paternidad que nos une, para bien o para mal, a lo largo del tiempo y el espacio y que, como hijo, me permite felicitar a mi padre mientras, como padre, no espero más regalo que el de sentirme contento de tener a alguien que me pueda decir: "¡Felicidades, papá!"

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