Feminismo salmeroniano

Antes de inventarse el concepto del feminismo, Salmerón defendía esta causa. Y le siguió su hija Catalina, tenaz y comprometida

Nicolás Salmerón fue un pionero del feminismo en este país. En su trayectoria luchó por la emancipación de las mujeres y favoreció la construcción de los movimientos femeninos de su época. Intervino en la inclusión de las mujeres en la participación social y política. Entonces solicitaba los mismos derechos para todos. Esto es muy importante porque en la época de Salmerón no existía el término feminista, de ahí que su acción filosófica al respecto sea una anticipación. Uno de los puntos fuertes de esta realidad del salmeronismo fue la relación de las mujeres con el mundo educativo. Fue una de las principales demandas. Salmerón aglutinó a las mujeres más participativas de entonces (burguesas) y sumó sus reivindicaciones en el terreno de la educación, como propuesta de futuro para el país. En ese aspecto comparte ideario con Mary Woollstonecraf (inventora del feminismo moderno) por considerar el factor educativo como el factor equilibrador de la superación del patriarcado. Pero esta lucha salmeroroniana estuvo dentro del republicanismo, y de sus valores. Este sistema político en aquel momento defendía no solo la equiparación sino la libertad de enseñanza, esencial para el objetivo feminista. El republicanismo representaba el movimiento de las clases medias y de las desfavorecidas, las del cambio hacia un futuro de derechos. Y este legado prosiguió en una de sus hijas: Catalina Salmerón y García, política y feminista española de principios del siglo XX. En 1929 fue vicepresidenta de la Fraternidad Cívica (una comunidad feminista y militante del Partido Republicano Radical y Socialista). Además fue presidenta de honor de la Asociación de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo. En sus reivindicaciones compartía actos públicos junto a Dolores Ibárruri y Julia Álvarez Resano. Además, militó en el Partido Republicano Radical Socialista junto a Victoria Kent y Carmen de Burgos. Allí estaba otro hijo de Nicolás Salmerón, José Salmerón. Catalina además estuvo en la candidatura de Manuel Azaña. Defendió la causa de la mujer hasta su muerte en 1943. Clara Campoamor cogió su testigo, junto a Margarita Nelken. Estas llegaron a sentarse por primera vez en el hemiciclo del Congreso de los Diputados. Ya estaba entonces la Segunda República y se abrió el debate sobre sufragio femenino. Gracias a su trabajo, en 1931, se logró al fin el voto de la mujer.

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