La tapia con sifón

Fideos chinos

El enemigo de la cocina casera es la comida industrial que se está adueñando de mesas y frigoríficos

Acaba de celebrarse la XV edición de Madrid Fusión, que cada año suscita abundancia de noticias y comentarios en todos los medios. Abunda el subgénero "sarcasmos y chistes sobre la alta cocina actual". Columnistas y tertulianos faltos de tema (y de ingenio) bromean con los tópicos de costumbre: platos grandes y comida escasa, o que donde se pongan las lentejas-de-mi-madre que se quiten las espumas y las pijaditas insustanciales. Cuando elBulli era el número uno del mundo, era el objetivo principal, como ahora los son David Muñoz o Adúriz. Tengo el barrunto que estos finos humoristas no han comido en ninguno de ellos. Si se hubieran zampado los treinta y tantos platos del Bulli, que sumaban 950 gramos de comida neta, no insistirían en la cipotá de la "comida escasa". Sin contar, claro, con la experiencia sensorial extrema que la mayoría de los comensales disfruta. En esto, claro, hay que admitir que a algunos no les guste, pero no es de recibo criticarla mediante la confrontación con las lentejas de su madre (que, por cierto, a ver si las hacen ellos, en vez de ir a por el tuper de mamá). No se trata de elegir: la cocina casera debe ser la base de la alimentación diaria, y la alta cocina es para darse un homenaje, y no solo hablo del aspecto alimentario. Arzak comenta con frecuencia el caso de parejas jóvenes que ahorran varios meses para ir comer a su restaurante una o dos veces al año. Sin hablar de la importancia para nuestra economía (y para la sobada "Marca España") que ha tenido y tiene la alta cocina española. Hasta hace apenas dos décadas el mundo solo nos conocía por el gazpacho, la paella y la sangría. El aceite de oliva que se vendía era casi todo italiano, el jamón ibérico un desconocido casi absoluto, etcétera.

El auténtico enemigo de la cocina casera es la comida industrial que se está adueñando de la mayoría de las mesas y los frigoríficos. Por no repetir la retahíla de congelados y prefabricados que todos conocemos, añadiré sólo un producto que se está anunciando mucho últimamente: los fideos chinos instantáneos, que suelen llevar grasas refinadas y/o hidrogenadas, mucha sal y saborizantes como el glutamato o (más) grasas malas, aditivos muy adictivos. Como lo es el azúcar, que ya se lo echan hasta a la cerveza.

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