Opinión

Joaquín Pérez de la Blanca

Fracaso escolar y social

Ya resultó polémica la aprobación de la nueva ley orgánica que rige el sistema educativo español (o Ley Celaá) con 177 votos a favor, 148 votos en contra y 17 abstenciones, y desde luego que su desarrollo no va a defraudar. Esta ley representa un ataque al castellano para contentar a los socios de gobierno independentistas, implantando un sistema de libre elección de inspectores educativos (sin necesidad de oposición) para controlar y adoctrinar en los colegios. No menos importante resulta la estigmatización y persecución de la escuela concertada que actualmente representa un 20% de la comunidad educativa, eliminando el concepto de demanda social que permitía la apertura de centros concertados en lugares donde no había llegado la educación pública. Prevé también la eliminación progresiva de la educación especial en pro de la educación inclusiva, y la imposición a los niños a partir de los 10 años de una educación sexual, ideológica y sectaria contraria a los principios y derechos fundamentales reconocidos por la Constitución (con advertencia de la propia Comisión Europea incluida). Con el nuevo Decreto de Evaluación, Promoción y Titulación, bajo el pretexto de luchar contra el fracaso y el abandono escolar temprano identificados como dos grandes lastres del sistema formativo español, se liquidan las recuperaciones finales en la ESO pudiendo pasar sin límite de suspensos y se configura la repetición de curso como algo excepcional. Según la ministra del ramo, tenemos un sistema educativo "muy bueno" y con las decisiones actuales no se pone en peligro la cultura del esfuerzo sino todo lo contrario, se promueve la motivación, no el castigo. La dura realidad es que nos encontramos con la octava norma en 40 años, en consonancia con las alternancias políticas en el poder, lo que hace una idea de la utilización ideológica que se hace sobre esta materia, desoyendo a los docentes y profesionales que reclaman un Pacto de Estado que escenifique cierto consenso y perpetúe en el tiempo un modelo educativo sólido, seguro y estable. Prueba del fracaso y la mediocridad de nuestro sistema educativo es que ocupa el puesto 38 de los 137 analizados por la OCDE en cuanto a la calidad y los resultados de la enseñanza. Por no entrar en los resultados que año tras año demuestran el nivel que adquieren los alumnos en matemáticas, lenguaje, geografía o historia. No, no se está haciendo bien.

¿Qué mensaje estamos transmitiendo? Si no enseñamos a nuestros niños y jóvenes a esforzarse y trabajar, el éxito y el fracaso ¿Cómo van a enfrentarse al mundo cuando salgan de la escuela y de la burbuja familiar?

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