A Son de Mar

Inmaculada Urán / Javier FornieLes

Fragilidad

Ahora mismo no hay más deseos que llegar a ver el 2022 con nuestras familias

Esa palabra, fragilidad, es la que mejor resume las experiencias de este año y la situación en la que nos hallamos. Ha sido sin duda un año muy negativo y muy especial. Pero nos ha dejado al menos unas pocas lecciones tras sacudir de forma imprevista la normalidad.

En el exterior, si tuviéramos que destacar una enseñanza, señalaríamos el predominio cada vez mayor de China. Resultaba evidente su influencia en África o en la economía al comprar la deuda internacional. Pero no podíamos imaginar nuestra absoluta dependencia. El recorte de la producción en China ha dejado sin suministros a Occidente y meses después ni siquiera los gigantes del comercio pueden atender la demanda. Y no hablamos solo de productos superfluos. El espectáculo de las mascarillas en España, el que no haya ni un centro capaz de atender una demanda imprevista de un bien esencial, los aviones con productos sanitarios inservibles o la dependencia de compañías fraudulentas muestran a qué grado de servidumbre hemos llegado. Si algo deberíamos haber aprendido en 2020, es a valorar el trabajo, a tener también nuestros propios centros de producción y a no depender tanto de una potencia que no es una democracia y que no se rige por nuestros criterios.

¿Se habrá aprendido en Europa la lección? ¿Se intentará combinar la globalización con el mantenimiento de una mínima infraestructura sobre la que apoyarse cuando todo falle? Mucho nos tememos que no. La prisa y el afán por aprovechar al máximo los beneficios de ganar unas elecciones reinan en la política. Vivir al día es lo único que importa y a nadie le interesa trazar planes para el futuro.

Muros adentro ni siquiera merece la pena hablar. ¿Qué decir de un país cuyas cifras de mortandad no se reconocen internacionalmente porque se falsifican? Pero no nos engañemos. El coronavirus ha mostrado la falta de responsabilidad de los gobernantes, pero también la de muchos de los gobernados. Tal para cual.

Y ¿en lo personal?, ¿qué podemos decir? Ahora mismo no hay más deseos que llegar a ver el 2022 con nuestras familias. Quizás no se puede aspirar a más cuando pensamos que caminamos sobre una bola enloquecida que gira por el espacio a 30 km por segundo. Desde esa perspectiva, no faltan tampoco razones para tomar una copa y celebrar que al menos hemos visto llegar otro uno de enero. Así que, amigos, 'salud y mejor año' para todos.

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