Francisco Uceda, fulgores vanos

La Escuela de Arte y Oficios de Almería expone estos días la exposición "Fulgores vanos

Siempre que abordo una nueva exposición de Francisco Uceda entro en un universo que intuyo, pero que sin embargo sé que desde la primera pisada que materialice en la sala de exposiciones hasta el último exhalo que expire no me va a dejar impasible. Fulgores vanos se presenta como un diálogo intertextual, interdisciplinar e intergeneracional que propone un análisis de la historia, que centra sus esfuerzos en poner en duda parte de la memoria que hemos heredado y que el sistema ha establecido como parte de nuestra estructuración como sujeto. Una puesta en escena de lo indeterminado que arremete contra los patrones impuestos y que invita al observador a la perplejidad, al derecho inalienable de la duda, a poner en tela de juicio la realidad que fingida nos rodea.

La Escuela de Arte y Oficios de Almería expone estos días la exposición "Fulgores vanos", de Jesús David Robles Godoy, autor del libro que recoge la experiencia plástica expositiva; y Francisco Uceda, profesor y artista plástico que expone en la sala.

A través del retrato, Uceda presenta como propuesta artística o expresión consustancial, un género que siempre ha estado muy ligado al encargo, a la plasmación de la realidad dirigida y condicionada. Francisco Uceda reafirma su proceso de búsqueda sintiéndose atraído por personas o personajes de la historia que, de una forma u otra, han escrito nuestros designios. Parte de la idea de que el retrato es un fiel reflejo de cada época, de la riqueza, del poder, de la guerra. Es conciente que es un vestigio o una descripción del pasado de todas aquellas personas que conjuntamente han formado a las diferentes sociedades de cada momento. Quizás, es por ello, que Uceda transciende el acto cognitivo del presente, reescribiendo desde la reflexión el discurso que se contrapone entre la memoria y el presente; entre el pasado y el futuro.

La Exposición permanecerá abierta al público hasta el próximo día 19 de noviembre. Una tentación a la que no podré resistirme, pues en la exquisitez de intentar acceder a todo aquello a lo que uno sueña, existe el consuelo de poder verlo en aquellos otros que son capaces de invitarnos a degustar la belleza de lo matérico y de lo metafísico, estableciendo el equilibrio justo y necesario en ese trance emocional que supone el arte para el ser humano: redención y catarsis; alma y cuerpo en conjunción.

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