Franco

Un nómada que ya viaja buscando los ángulos de la tranquilidad, en las nieblas del norte

Un nómada que ya viaja buscando los ángulos de la tranquilidad, en las nieblas del norte, en los tumultos civilizados, entre los claroscuros y la monotonía de los días que pasan buscando la paz. Y la ha encontrado ya, al final de su camino, bajo el tránsito de la aparente dualidad que despierta el vacío de su cuarto y los lamentos de la soledad. Y se ha ido de la ciudad buscando un nuevo despertar, en los bajos fondos de la inmensidad sobre las almohadas de la tierra. Battiato más que Battiato y mucho más que Franco Battiato porque los simples de la reducción a lo primario oyen vagos recuerdos de canciones de baile ignorando como el que ha visto un diminuto trozo del planeta tierra y desconoce las heterodoxas galaxias de las que ha oído hablar en un libro de mal escolar que quema todas las hojas del tiempo como el que hace miles de estrellas y todos se fijan en la estrella fugaz como catarsis de todos los pensamientos que arruinan el cerebro ansioso de espacio vacío. Y Radio Tirana transmite música balcánica con todos sus sonidos a través del polvo cósmico hacia otras latitudes donde exista una civilización oculta que no practique la barbarie en su continua destrucción. Destrucción de la memoria, de la historia, del contrario, como lobos encarnizados unos con otros llamándose ambos la razón y diciendo promover lo que queman en hogueras que pisan descalzos sobre braseros ardientes al ritmo obsesivo de ritos tribales, reinos de hechizos borrachos en verbenas de verano pedestre mientras el disco de iridio grafiado viaje por un espacio ingrávido. Tenía que marcharse porque no soportaba la falsa música rock, la new wave español, el free jazz, punk inglés. Ni la monserga africana. Pero su mente se fue mucho antes, lejos de todos los inmediatos que descubrieron a Battiato petrificándose en videoclips mientras él bostezaba con Dios y los filósofos accediendo a la música sagrada que ya no brillaba en los semanales despropósitos. Por fortuna su racismo no le dejaba ver los programas demenciales con tribuna electoral, aunque llevaran perfumes y desodorantes, eran todos arenas movedizas, siempre hacia abajo, hijos de la estrella y biznietos de su majestad el dinero poniéndose gafas de sol por tener sintomático misterio, mientras todo entorno hace ruido donde no faltan los idiotas del horror con tanta estúpida gallina sumergida en basuras musicales y el off del presente.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios