Frases acuñadas en el tiempo

En todas las lenguas existe un amplio repertorio más o menos extenso de frases

U N apartado importante en cualquier idioma es el de la fraseología. En todas las lenguas existe un amplio repertorio más o menos extenso de frases que se repiten con bastante asiduidad en el lenguaje coloquial.

Son formas expresivas que pasan de generación en generación. Es opinión generalizada que nacen del pueblo para el pueblo y no de los textos. El camino habitual que ha seguido la fraseología es sin lugar a dudas un origen anónimo que se generaliza y que en alguna ocasión se recoge en algún texto, mas bien de la literatura de hace siglos.

Así pues, en la obra de Lope de Vega, "La codicia rompe el saco", en la de Calderón, "Fuenteovejuna, todos a una", en la de Tirso de Molina, "El rábano por las hojas", y así hay muchas en nuestra lengua. Un magnífico ejemplo es Quevedo que conocía admirablemente el lenguaje coloquial y que emplea formas como: "corrido como una mona", "fresco como una lechuga", "beber los vientos", "duelos y quebrantos" y muchas otras. En la tradición literaria el uso de estas formas caracteriza al pueblo llano como sucede con Sancho Panza que emplea frases fijas, en este caso refranes, sin parar.

Me inclino por esas y otras que han quedado acuñadas en el tiempo. Esas que no cambian con el paso de los años. Es una fuente de información y de placer inagotable. Normalmente no se conoce su origen y este suele ser muy curioso.

"A buenas horas mangas verdes".- Se el aplica en general al retraso de alguien o de alguna cosa que se esperaba.

"Atar los perros con longaniza".- Se emplea para referirse a la exageración y a la ostentación, frecuentemente en forma negativa.

"El canto del cisne".- Procede de la obra de Marcial y Virgilio. Es la última actuación de una persona o su última obra.

"Como Pedro por su casa".- Moverse con desenvoltura en un lugar que le es ajeno, incluso, con prepotencia.

"A tontas y a locas".- Hacer algo de forma aturdida, sin preparación y con resultados desastrosos.

Estoy concienciado que muchas de estas frases y muchísimas otras tienen varias explicaciones y, a veces, es difícil determinar la más cierta. Es clásica la afirmación de que los textos de un autor son verdaderamente del pueblo cuando este los repite una y otra vez y olvida quién los escribió. El paso del tiempo cambia los modos, las formas y costumbres sociales, pero no la fraseología. La vida es movimiento. La quietud es muerte.

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