Semillas en el desierto

María Moreno

Fraude del arte contemporáneo

Te invito a que conozcas la obra de Shirin Neshat, reivindicando la identidad de la mujer en elmundo islámico

Te voy a pedir que pienses en una pintura famosa. ¿La tienes? Ahora me gustaría que pensaras en una canción. ¿Ya? Podría apostar hasta lo que no tengo y decirte que soy capaz de adivinar algo sobre la obra que hasescogido. El cuadro que imaginas tiene alrededor de un siglo de vida, aunque me aventuraría a creerque se trata de una obra de hace cinco o seis siglos (La Gioconda, por ejemplo).

Y sé que no me equivoco si te digo que la canción que te ha venido en mente fue creada hace pocos años, quizás alguna década si eres un nostálgico. Ahora te pregunto ¿por qué cuando hablamos de pintura la mayoría de la gente recurre al imaginario colectivo de hace cientos de años y sin embargo cuando pensamos en música, a nadie le viene un canto gregoriano del siglo XV a la cabeza? Si no nos relacionamos o nos entretenemos como lo hacían en el Renacimiento, ¿por qué el gran público tiende a apreciar principalmente la pintura que asienta sus bases en el mundo clásico?

Habrás escuchado alguna vez que el arte es hijo de su tiempo. De esta forma los artistas del realismo más ortodoxo quisieron plasmar un período en el que se valoraba por encima de todo el equilibrio, la comunión con la naturaleza, una belleza sin edulcorantes... En un momento histórico como el que vivimos en el que el artificio se ha impuesto a la naturalidad, y la tecnología nos permite captar cualquier imagen con tan solo pulsar un botón, la representación de una escena bucólica -las texturas de un paño, los reflejos de una copa de vino; un retrato que parezca casi una fotografía p.e.- podrá difícilmente saciar por completo al espectador de la contemporaneidad. No digo en absoluto que esas manifestaciones artísticas carezcan de valor, sino que están lejos de una expresión verídica de aquello que perturba o atrapa al individuo coetáneo. De ahí la idea generalizada de que la mayoría de los museos son espacios sin vida, catedrales del tedio. El empeño en la difusión exclusiva del arte de otro tiempo deja a la sombra una producción artística que se implica en nuestra vida.

Te invito a que conozcas alguna obra de Shirin Neshat, reivindicando la identidad de la mujer en el mundo islámico; una pieza de Sophie Calle sobre el espectáculo de la intimidad o un paisaje de Hernández Pijuan que vacíe ese espacio abarrotado en el que se ha convertido tu cabeza. No hay nada menos fraudulento que eso.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios