La tapia con sifón

Fruta de verano

También son pequeñas las ciruelas japonesas de Instinción, de sabroso contraste dulce-ácido

En un diálogo de la zarzuela La verbena de la Paloma, cuyo famoso estribillo es "hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad", don Sebastián le dice a don Hilarión: "Yo me privo de fruta y tomate durante el estío / los calores me ponen tan flojo que estoy aburrío". Hoy siguen adelantando las ciencias y nos dicen que hay que comer fruta todo el año, incluso más en verano por aquello de la hidratación. Y para vitaminarse y supermineralizarse, como decía la hormiga atómica. Aunque hoy nos llegan durante todo el año frutas de cualquier rincón del mundo, es bueno preferir las de temporada de nuestro entorno, que además es muy rico en variedades y en calidad. Ahora tenemos, por ejemplo, las excelentes peras de Rágol y las peras de San Juan, también conocidas como peretas, pequeñas y muy dulces. También son pequeñas las ciruelas japonesas de Instinción, de sabroso contraste dulce-ácido. Empiezan a estar en sazón los albaricoques o albercoques, tan almerienses que hasta hay una barriada de Níjar con ese nombre. Ya están en todo su esplendor las sandías, pura agua dulce cargada de licopeno y vitaminas. En fin, encomiéndense a su frutero y si, como le pasaba don Sebastián, usted también se pone "flojo", tiene el remedio en frutas astringentes como la manzana, el plátano o el limón. Aunque parece que las boticas venden más laxantes que tanagel (otro producto almeriense, por cierto), seguramente porque la mayoría del personal come menos fruta y verdura de la necesaria. Y el caso es que las últimas cifras de consumo nacional indican que ha aumentado algo la compra de frutas y verduras en el ámbito familiar. Claro que una cosa es que se compren y otra que se las coman, porque seguimos tirando comida a carretadas. Por otra parte, también ha aumentado bastante la venta de platos preparados, nada menos que un cinco por ciento de un año para otro. No se sabe aun si el mayor consumo de frutas y verduras -en el caso de que sea verdad que se comen cada vez más- compensa el desarreglo estomacal y nutricional de la cantidad de platos y alimentos altamente procesados que infectan las comidas diarias de tantos millones de personas. Porque supongo que es una utopía esperar que la base de las comidas sea un puchero acompañado de pan artesano, ensalada y fruta. Más que una utopía es una ingenuidad.

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