Ojo de pez

Pablo Bujalance

pbujalance@malagahoy.es

Los Fueros

Parecía mentira que los Fueros iban a salirse con la suya hasta hacer de España uno de los países con menos igualdad

Un día lees que las partidas del Gobierno destinadas a las personas en riesgo de exclusión social llegan a tres de cuatro vascos en esta situación, mientras que en Andalucía el porcentaje real de beneficiados apenas supera el 2% de los merecedores directos de esas ayudas; y al día siguiente escuchas a Andoni Ortuzar decir que por supuesto que el PNV es partidario de la autodeterminación, y que los Fueros no son un privilegio sino un derecho adquirido antes de la Constitución. Y entonces comprendes que, ciertamente, sí que hubo al menos una cuestión pendiente durante la Transición que quedó mal atada y que mereció una solución política a la altura que no llegó, en parte por conveniencia y en parte por cobardía. La cuestión es, claro, el nacionalismo, el último anacronismo vigente del franquismo en nuestra vida parlamentaria. De alguna forma, ETA obligó a someter a hibernación el problema porque con sangre de por medio el nacionalismo vasco, como el catalán, prefirió caer simpático al resto de España mientras se le ingresara lo pactado, si bien en esta distinción de un nacionalismo bueno y un nacionalismo malo encontramos el mayor éxito de ETA; ahora que ya podemos decirnos las cosas a la cara, la desfachatez y la insolidaridad campan a sus anchas. El chiste del Rh negativo ahora es palabra de Dios.

Cuando Otegi advierte del atraso que acarrearía un conflicto armado en Cataluña en la consecución de la independencia, está haciendo el mismo diagnóstico: los nacionalistas saben que el Estado no tiene capacidad de reacción, que no se ha preocupado por establecer una estrategia tras el fin de ETA para acabar con la insolidaridad y que mientras la respuesta llega el desgaste puede ser más que acusado. Lo trágico de todo esto es que el único que parecía dispuesto a dar el paso, Albert Rivera, decidió traicionar su proyecto de Ciudadanos cuando ni siquiera había empezado el partido a cambio de una incomprensible campaña de acoso con el único fin de ocupar el puesto del PP. Y ahora, cuando Vox amenaza con ilegalizar el PNV, hay más de cuatro cansados ya de que los privilegios medievales que siguen reclamando los nacionalistas les sigan siendo concedidos y dispuestos a subirse al carro. Que esta tragedia ocurra se debe a que los partidos que se consideraron a sí mismos garantes de la democracia dejaron de hacer su trabajo con la Transición a medio cerrar. Y así sólo se puede viajar hacia atrás.

Parecía mentira que los Fueros iban a salirse con la suya hasta hacer de España uno de los países con menos igualdad en Europa, pero así ha sido. Y lo que nos queda.

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