Fundamentalismo, ¡¿también científico?!

La necesidad de certezas nos reduce a asir parcelas del conocimiento en las que seamos especialistas, para que no nos invadan nunca las dudas.

Cuando te haces trampas al solitario, terminas cayendo en tus propias redes. Es lo que le pasa a toda persona que, por ejemplo, reduce el fútbol a "veintidós tíos en pantalón corto que van detrás de una pelota", o a quienes ridiculizan los libros de la Biblia porque "son una sarta de incoherencias, una detrás de otra". Nadie habrá de preocuparse porque su caso caiga en uno u otro ejemplo: el mundo seguirá dando vueltas, pese a quien le pese. Pero hete aquí que podemos llegar, como estamos llegando, a situaciones en las que una parte de la Ciencia (por ejemplo, la Biología) le diga a otra (por ejemplo, el Derecho) qué es y qué no es legislable. Concretamente, supongamos que algún grupo de presión dentro del Derecho pide que sólo sea tenida en cuenta la Biología como base de su recto proceder. Y entrando ya en materia, después de una decena de líneas, supongamos que se quiere legislar sobre la identidad de género sólo (me perdonaréis que siga tildando este adverbio) desde la realidad biológica de la raza humana.

El reduccionismo que nos come, tiene su base en el miedo; o dicho a la inversa, la necesidad de certezas en nuestra vida, nos reduce a asir parcelas del conocimiento en las que seamos especialistas, para que no nos invada nunca la duda; y así tendremos nuestra confianza basada en axiomas que harán tautológicas todas nuestras decisiones. Por eso, amigas y amigos, cuando en las olimpiadas vemos que en natación no aparece ninguna persona de piel negra, consecuencia de que suelen ser personas con una densidad ósea muy superior a la de quienes tienen la piel blanca (aquéllos flotan menos), ese puede ser un criterio que confirme la Ciencia; sin ir más allá. Pero, si una persona de piel negra consigue una marca clasificatoria, no podrá ser la Biología quien la excluya; eso sí que sería resultado del racismo de la entidad que tomase la decisión.

¡Es cómodo y sencillo eliminar de nuestras vidas todo aquello que nos resulta innecesario! Lástima que vivir sin ataduras no nos lleve a ser más austeros, y así, más libres. La identidad de género reside en el individuo concreto, el fútbol es un deporte de equipo, la Biología explica cómo evolucionan las especies, la Biblia contiene más de diez géneros literarios y no es un libro de Historia; y todo lo que conlleva la aceptación de todo lo anterior formará parte del maravilloso conflicto que es la convivencia humana.

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