República de las Letras

Fusilar a 26 millones

Un teniente "chusquero" se puso su flamante estrella de comandante y se fue al Paseo a lucirla

Vaya, hombre, por si faltaba algo en este año infame que llevamos, ahora los fachas nos quieren fusilar. Nada menos que a 26 millones de españoles, dicen. Menos mal que reconocen su inferioridad numérica, porque solo quedarían en España unos 22 millones de habitantes. Eso sí, todos de derechas o fachas, que en este país viene a ser lo mismo. A esos ex-militares -que eso es lo que son: ex- no les ha valido de nada la magnanimidad con que fueron tratados por los gobiernos socialistas en los 80 y 90. Sí, los de Felipe González. Les dieron opción de pasar a la reserva aunque no tuviesen aún la edad de jubilación. Y además los ascendieron dos grados sobre el que ya tenían. En Almería se dio el caso de que uno que era teniente chusquero -ya saben, no de academia, sino a base de reengancharse al acabar la "mili" y estar años y años haciendo guardias-, pues se puso su flamante estrella de comandante y se fue al Paseo a lucirla, recibiendo los parabienes de amigos y conocidos y, a sus espaldas, el recochineo general. Otros se reinsertaron en la vida civil aprovechando los conocimientos adquiridos en el ejército. Muchos se retiraron con apenas 50 años y una generosa pensión. En resumen, todos se fueron contentos. Los socialistas los trataron bien. Muy bien. Y ahora dicen que los quieren fusilar.

Menos mal que no representan a nadie, dice la ministra. Pero siempre, según el derecho que entonces se les otorgó a utilizar el uniforme y las insignias en eventos y actos públicos o privados, han representado al estamento militar.

Los socialistas reformaron en profundidad el ejército. Reconocieron la objeción de conciencia y el servicio social sustitutorio, suprimieron la mili -lo que hizo efectivo Aznar, con ley socialista anterior, muy a regañadientes, ya en 2001-, profesionalizaron la milicia, tecnificaron el ejército -sobre todo a partir de la entrada de España en la OTAN- e implantaron programas de integración de los militares en la sociedad. Los nuevos militares serían técnicos, especialistas, y, por mandato constitucional, se mantendrían neutrales en cuestiones políticas. Lástima ese fallo de atribuirles ser garantes de la unidad de la patria, etc. Los jóvenes oficiales y jefes actuales, con ese bagaje, son otra cosa muy distinta de los militarotes franquistas. Aunque habría que mirar bien la influencia de la extrema derecha en el seno del ejército. Hay que prevenir.

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