Javier Soriano Trujillo

A los Gómez Ulla de hoy

EL pasado 31 de enero llegaron a Madrid los primeros compatriotas repatriados de Wuhan (China), ciudad epicentro del brote de coronavirus (COVID-19), y fueron ingresados para pasar un periodo de cuarentena en el Hospital Central de la Defensa “Gómez Ulla”. Previamente, personal sanitario de este Hospital se preparó en un curso de adiestramiento contra el COVID-19.

El “Gomez Ulla” es un Hospital orgánico del Ministerio de Defensa, que por convenio firmado entre el Ministerio y la Comunidad de Madrid, a partir del 1 de enero de 2011, pasó a depender funcionalmente de la red hospitalaria de Madrid.

Es un hospital que, aun remontándose su origen a finales del S. XIX, es pionero en el progreso médico en determinados aspectos, como los avances muy notorios en cirugía cardiaca bajo condiciones extremas que se llevaron a cabo en la década de los 50, y hoy es un referente mundial en hemoterapia y hematología, gracias a la labor del Centro de Transfusión de las Fuerzas Armadas.

Desde 1946, el Hospital recibe el nombre de Gómez Ulla, en honor del General médico Mariano Gómez Ulla, cirujano militar fallecido un año antes. Gómez Ulla (1877-1945) es el prototipo de médico militar, en el que se aúnan las facetas de jefe militar y de médico eminente. Por su trayectoria, no es de extrañar que fuese homenajeado y condecorado por la Monarquía, la Dictadura de Primo de Rivera, la II República y el Régimen de Franco.

Cirujano de la Casa Real y Gentilhombre de Cámara de S.M. el Rey Alfonso XIII. Perteneció al Cuerpo Médico de la Beneficencia Municipal de Madrid. Fue Jefe de Cirugía del Sanatorio Hispano Americano, del Hospital de Montaña en Guadarrama, fundamentalmente antituberculoso, y creador y director del Equipo Quirúrgico del Ayuntamiento de Madrid. Académico numerario de la Real Academia Nacional de Medicina (RANM). Presidente del Consejo General de Colegios de Médicos de España. Fue uno de los precursores de la raquianestesia en España. Dirigió la “Revista Española de Medicina y Cirugía de Guerra”. Y en el ámbito militar, número uno de su promoción del Cuerpo de Sanidad Militar, alcanzó el máximo rango de la Sanidad Militar, el de Inspector General de Sanidad del Ejército, creando en el Hospital Militar de Carabanchel (actual Gómez Ulla), la Escuela de Especialidades Médicas y Quirúrgicas del Ejército. Diseñó y estableció las «Instrucciones de manejo de la primera tarjeta de Diagnóstico, Clasificación y Evacuación» de que tenemos noticia en España.

Intervino en la guerra de Melilla, de 1909. Fue comisionado en 1912 para llevar a cabo una visita oficial a diversas naciones, con el objetivo de conocer la organización sanitaria militar de las mismas, y analizar las últimas técnicas quirúrgicas, especialmente la cirugía de guerra. Durante la I guerra mundial, fue nombrado por nuestro gobierno como observador, con rango diplomático de agregado militar.

Convencido de la necesidad de acercar el quirófano a los heridos en el campo de batalla, le llevó a diseñar lo que supuso entonces una revolución en la sanidad de campaña: el “hospital quirúrgico de montaña a lomo de mulos”, que empleado en la guerra del Rif (1920), consiguió con ello reducir drásticamente los tiempos asistenciales y quirúrgicos, salvando miles de vidas. En 1929, visitó Estados Unidos, Canadá y Cuba, para conocer los últimos avances en todos los aspectos clínicos y universitarios.

Nuestra guerra civil le sorprendió en Madrid donde operó en el Hospital Militar de Carabanchel (actual Gómez Ulla), y, cuando el frente de batalla se acercó, siguió operando en el Hotel Palace, convertido en Hospital. Desencantado del Madrid revolucionario, que no republicano, trató de pasarse a la zona nacional. Detenido y condenado a muerte, la presión internacional, fundamentalmente de las sociedades científicas francesas, consiguió que fuese canjeado por el también médico, el doctor José Bago, destacado político socialista.En la II Guerra Mundial fue enviado al frente ruso, para coordinar el apoyo sanitario de la División Azul. Quizás por esto, los de la memoria histórica lo incluyeron en la lista de nombres “franquistas” a depurar del callejero madrileño. De poco les vale que el Presidente de la II República le concediese la Gran Cruz al Mérito Militar, reservada a Generales, cuando aún era Teniente Coronel.

Figuras como la del General médico Gómez Ulla no son una excepción en nuestra Patria. Y hoy tenemos la prueba en los miles de médicos que luchan día a día, sin contarlos, contra el COVID-19

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