Ganar la guerra

No perdamos la paz por ganar la guerra. Las guerras duran mucho más que las batallas

Las guerras siempre duran más que la batalla. Huelga decir que las heridas tardan mucho en sanar y que los ánimos nunca se templan. El dolor se prolonga con el paso del tiempo adquiriendo tonos de melancolía; y haciendo del sufrimiento por la pérdida una tragedia griega. Tras el último disparo quedan los llantos y las envidias, las hipocresías y los lamentos. Jaume Claret escribió un sensacional libro sobre el general Latorre Boca. En su trabajo se señalan los diarios de este personaje en los que se dibuja un país roto y descarnado. Según afirman los críticos aparece un ejército molesto con su jefe de estado, una administración corrupta e ineficaz y una población civil exhausta y descreída de la dictadura. El escritor apunta a un Latorre lejos del estereotipo militar franquista, sin duda. Pero el mayor acierto de Claret es el título del libro: "Ganar la Guerra. Perder la Paz". A bote pronto lleva en sí una reflexión atractiva: si merece la pena perder la paz por ganar la guerra; si son rentables las pérdidas humanas y económicas por blandir una bandera o estandarte. Ya sé que todos estamos del lado de la verdad y de la razón y que las causas justas merecen nuestro apoyo. Pero eso no es suficiente, creo. No puede ser suficiente. Hace falta un acto de humildad mayor para aceptar la paz en beneficio del pueblo y en perjuicio de la razón. No todo tiene que ser defender nuestros credos. Con esto quiero hacer una analogía con lo concreto. Pretendo decir que no puede ser suficiente tener razón para defender la identidad catalana, aunque también deseo decir que no puede ser suficiente tener razón para defender la identidad española. No se trata de tener razón sino de negociar lo negociable; se trata de ceder lo suficiente como para que la aspiración de ganar una guerra no implique perder la paz. El problema Catalán actual no es fácil de resolver dadas las circunstancias recientes. Y no solo eso: apunta a aumentar. A los partidos políticos esto se le ha ido de las manos por culpa de las repetidas elecciones, y de las identidades. Y sinceramente, ya no saben cómo resolverlo. Las imágenes que aparecen en televisión no parecen ser de Europa pero si están es porque hay debilidad política, social. Entonando el tono del libro anterior no perdamos la paz por ganar la guerra. Ya tenemos memoria para saber que las guerras duran mucho más que las batallas.

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