Gigante

Él quiere crear un supermercado online que funcione, que sea amado y deseado como sus supermercados físicos

Juan Roig mide 1,90 metros y nos da de comer. Es el jefe de Mercadona aunque él dice que el Jefe (con mayúsculas) somos nosotros, los clientes. Todos somos jefes. Pero como no tenemos otra que comprar para comer, tenemos que ir a su supermercado. Podríamos ir a otros pero al final, alguna vez, iremos a un Mercadona. Yo también compro para comer y he pasado por todos los estadios posibles (estadio: etapa o fase de un proceso) y reconozco que Roig se ha hecho un hueco en nuestros corazones, con sus productos únicos y adictivos, sus tiendas en cada barrio de cada pueblo y su servidumbre ante nuestra jefatura. Dice que ya ha tocado techo en lo que se refiere a número de tiendas y no me extraña, hay tiendas de Mercadona hasta debajo del agua. Ahora hasta está pensando en inventar el supermercado por internet, pero el bueno, porque eso ya está inventado pero casi nadie lo utiliza. Él quiere crear un supermercado online que funcione, que sea amado y deseado como sus supermercados físicos. Y ya tiene los prototipos y los centros logísticos en pruebas. Si Roig dice que va a implantar la compra por internet, pues la implanta y punto. Ya señor Roig pero entonces qué hago yo los sábados. Yo que los sábados soy de café y periódico, corte de pelo mensual y supermercado. A mí lo que me va es eso de olvidarme de algo cuando voy a su supermercado o a otros (también voy a otros) y no tener de eso hasta que vaya otra vez o comprarlo cuando me pilla de paso. Qué pereza entrar en una página web para pedirlo. Cómo se ven entonces los colores tan cuidadosamente elegidos por los diseñadores de cajas y envases de productos para hacerlos apetecibles y qué pasará con esos carros llenos de productos muchos innecesarios que exigen siempre una o dos bolsa de más. Qué pasará entonces con ese calcular las bolsas que necesitamos para llevar nuestra compra, el adecuarla siempre difícil e imposiblemente en el coche, el subirla en el ascensor, ese tráfago fatigoso con el que fuimos castigados al salir del paraíso. Harás la compra con el sudor de tu frente. Aparcarás con dificultad tu coche en los aparcamientos públicos. Compartirás con cientos de personas más los colores y los tactos de los productos. Y lo peor, elegirás siempre la caja que más tarda y siempre te faltarán bolsas. Mi voto como Jefe en el Consejo de Administración de su empresa será que no a los supermercados online, señor Roig.

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