La tapia con sifón

Gitanos y veganos

Es curiosa la costumbre de ponerle el apellido "gitano" a algunos guisos tradicionales sin carne

Es curiosa la costumbre de ponerle el apellido "gitano" a algunos guisos tradicionales sin carne. En Almería, que yo sepa, tenemos (o teníamos) la olla gitana y la fritá gitana. También le decíamos gitanos a los boquerones más oscuros, pero esto al menos tiene la explicación de que los gitanos suelen ser más morenos, aunque todos conocemos a muchos gitanos rubios. Pero lo de las comidas sin carne no se justifica, porque los gitanos son muy aficionados a la carne, tanto en los pucheros como en los asados alrededor de una buena lumbre. Un par de ejemplos: el puchero que se suele hacer en las "Noche de las Candelas" o el "menúo gitano" (callos con garbanzos, jamón, chorizo y morcilla) de Jerez. Lo más probable es que el apellido gitano de estos platos se deba a que la población en general asocia lo gitano con la pobreza y la carne era cosa de ricos (ahora lo "cool" es ser vegano y animalista).

De la olla gitana hay varias recetas muy parecidas en nuestra provincia (y en otras, como Murcia). Todas llevan verduras variadas y garbanzos o habichuelas. En la comarca del Almanzora la hacen con ambas legumbres secas, además de judías verdes, calabaza, peras, y un sofrito de ajo, cebolla, tomate, almendras, pimentón y azafrán. Una excepción no vegana es la de Pescadería que, además de verduras y garbanzos, lleva jibia y se guisa sin sofrito, todo en crudo. La fritá gitana es más sencilla: se trata de nuestra clásica fritá de pimiento y tomate, pero con patatas en lugar de la carne -lomo, costilla, conejo- que suele llevar. Se hace en toda la provincia con escasas diferencias: unos fríen por separado los tres ingredientes y luego los juntan, mientras que otros fríen juntos pimiento y tomate; en Suflí y otros pueblos el pimiento puede ir asado en vez de frito.

Y aprovechando que he citado arriba la morcilla, recomiendo la forma de comerla que le gustaba a mi hermano Pepe Heredia Maya (gitano y nada vegano): cortar rebanadas de un buen pan, por ejemplo de una barra integral de Padules; ponerlas a tostar en una plancha o, mejor, en una tostadora abierta. Untar la cara tostada con una buena capa de morcilla y volverlas a poner en la tostadora por la cara que no está hecha. De esta manera se come la morcilla caliente pero no frita, y con el pan crujiente. Un buen tinto de Bosquet, Calvache o similar irán de lujo.

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